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El día de Bae era gris... y eso que fuera hacía buen tiempo. Pero para Bae todo era gris y nubloso, tal como sus sentimientos.

El día en el trabajo había sido horrible; su jefa le había reducido horas y sus compañeros eran unos capullos.

Lo único que quería era llegar a casa y refugiarse en los brazos de su novio. Pero no, Rubén estaba de viaje de negocios. Bae se sintió sola y con ganas de echarse a llorar.

Hizo los primeros pasos para echar miles de lágrimas, como recordar el vacío que le hacían sus compañeros a la hora de comer. La primera lágrima cayó y así como las siguientes.

Una melodía la sacó de sus crisis existencial y arrastró su mano por el suave colchón hasta alcanzar su teléfono. Hizo una mueca en cuanto vio que su novio le estaba pidiendo hacer una videollamada.

Resopló como una niña pequeña y pese a que no quería que la viera llorar, aceptó la llamada

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Resopló como una niña pequeña y pese a que no quería que la viera llorar, aceptó la llamada. Porque sí, Bae necesitaba escuchar la dulce voz de su novio.

En cuanto vio aquella sonrisa que tanto amaba una parte de ella volvió a estabilizarse

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En cuanto vio aquella sonrisa que tanto amaba una parte de ella volvió a estabilizarse. Rubén tenía la magia de hacerla sentir mejor con tan solo dedicarle una sonrisa o abrazarla.

La bonita sonrisa de Rubén desapareció por completo en cuanto vio los ojos de su chica.

-¿Qué ocurre mi vida?-preguntó Rubén con un deje de tristeza.

Bae había tratado de secar las lágrimas de sus mejillas y forzó una de sus mejores falsas sonrisas. Pero ella no podía engañar a Rubén, él la conocía a la perfección.

-Estaba viendo la última serie que te comenté y el prota acaba de morir-mintió, con la idea de no preocupar a Rubén.

-¿La estás acabando sin mi? ¡Esa es una traición en toda regla, señorita!

Bae esbozó una pequeña sonrisa y eso causó un gran aleteo en el estómago del mayor. ¿Cómo ella tenía el efecto de ponerlo nervioso después de más de tres años de relación? No podría cansarse de Bae en la vida, le era fácil amar a esa mujer. ¿Quién no amaría a Bae? Se preguntó en cuanto escuchó un par de spoilers de parte de su novia. Lo cierto es que él también había adelantado un par de capítulos en secreto, pero no tenía planes por contarselo a Bae.

-Ahora que me has resumido la serie. Dime que te ocurre, pequeña.

-Es una tontería.

-Acordamos en apoyarnos en las buenas y en las malas.

Entonces Bae vio los brillantes ojos de su novio y aquellos hoyuelos que amaba con su vida, para así echarse a llorar. Bae le contó lo horrible que estaban siendo sus días en el trabajo. Rubén la escuchó con sumo cuidado y le dio un par de consejos para sobrellevar mejor las cosas. Finalmente Rubén reconfortó el corazón triste de Bae y le prometió que el domingo estaría de vuelta en casa.

Bae cortó la llamada después de agradecer el apoyo de su novio y sonrió como una tonta enamorada. Realmente jamás creyó poder encontrar el amor verdadero. Rubén era su media sandía, porque a Bae no le gustaban las naranjas.

El domingo Rubén llegó a casa y su novia lo recibió en lencería y con una rosas entre sus labios.

Al final la pasión entre ambos tuvo que dejarse para más tarde. Porque Bae era un caso perdido y no había arrancando las espinas de las rosas, por lo que se había rajado los labios al intentar parecer sensual para su novio.

La intención es lo cuenta, le había comentado Rubén entre risas al ver a Bae quejarse de que le dolía hasta hablar.

[Rubius Imaginas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora