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Bae y Rubén estaban sentados en completo silencio en los sofás individuales del salón de su hogar. Raras veces guardaban silencio, siempre salían con ideas alocadas que necesitaban compartir con el otro. Esta vez ambos estaban jugando al famoso juego que se había hecho muy popular durante estos días, among us. Las primeras partidas fueron de lo más divertidas, pues a ninguno les había tocado ser el impostor, hasta hacía tres partidas atrás. Donde Rubén conoció el lado mentiroso de Bae, porque la muchacha puede ser muy franca y raras veces mentía. 

Ahora, los dos estaban siendo tan competitivos que ni siquiera se decían si eran tripulantes o impostores para que alguno de los dos ganase la partida. 

Rubén tragó saliva y sonrío de manera inconsciente, era el impostor. El ahora rubio miró la pantalla de su móvil con mucha atención y siguió con sigilo a un inocente tripulante, Auron. Bae que pasaba por allí haciendo misiones vio el cuerpo así que no tardó en reportarlo. Auron desde su casa se estaba cagando en Rubén, mientras tanto le mandaba un mensaje privado a Bae, para avisarle de que no confiara en su novio. Bae confiaba ciegamente en él, pero ahora su lado competitivo la hacía dudar. 

—Ha sido Rubén—comentó ella por la videollamada de grupo. 

Rubén levantó la vista de su móvil y miró con sorpresa a su novia. 

—¿Qué hablas, Bae? ¿Qué pruebas tienes? 

Bae pensó rápidamente pues no podía decir quién le había dado tal información. 

—Te veo nervioso, cariñito—dijo con burla—conozco tu cara de mentiroso, y mientes. 

Se escuchó la risa de sus amigos en sus dispositivos y burlas sin ofensa. 

—Eso no se vale, Bae, tengo la misma cara de siempre no puedo cambiar lo guapo que soy, sorry. 

—En eso también mientes. 

—¿No te parezco guapo?—preguntó de manera exagerada como si aquello le hubiera molestado en lo mas hondo de su alma. 

—Estamos jugando... ¿a que viene eso?—preguntó para molestarle. Bae siempre babeaba por su novio y lo saben hasta en Japón.  

Al final descubriendo que Rubén era el impostor, no jugaron más porque el resto de amigos sabía que la pareja había comenzado a discutir sin querer hacerlo tan notable. 

Bae le comunicó a su novio que la cena ya estaba lista y al no oír respuesta de su parte, fue en su búsqueda. Lo encontró en la segunda planta de la casa, justo en el baño, donde se miraba al espejo mientras se aplicaba una extraña crema sobre su rostro. 

—¿Qué haces? 

Rubén se sobresaltó y sin querer el bote de crema cayó al suelo, haciéndose añicos. 

—Es una crema cara—se quejó Bae con un puchero. 

Rubén volvió a sentirse culpable. 

—Solo quería estar mejor para ti, perdona. 

Bae lo miró con preocupación y se adentró al baño, para colgar sus manos al rededor de la cintura de su novio. 

—¿Qué dices, tontito mío? 

—Ya no te parezco guapo porque me estoy haciendo mayor, ¿verdad? Así como tu te cuidas para estar guapa y radiante, yo quiero hacer lo mismo para que siempre me veas bien. 

Al igual que Bae tenía sus propias inseguridades, Rubén tenía las suyas. 

—Estamos creciendo juntos, no me importan las arrugas—mencionó al esparcirle con suavidad el resto de crema que tenía de utilidad desaparecerlas—me gustas un montón, cariño, la apariencia no lo es todo. Una vez me dijiste que amabas hasta lo que yo misma odiaba de mí, así yo me siento contigo. No somos perfectos, no tenemos por qué serlos, seamos personas normales. La vida real no se puede editar como las fotos de instagram, la vida no se puede editar a nuestro antojo. Te amo, amo todo de ti. Y estás como un queso, no he visto a un hombre más guapo que tú. 

Rubén se sonrojo enterito y le mostró una gran sonrisa a Bae. El ser humano no puede ser perfecto. 






[Rubius Imaginas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora