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Los pies de Bae se pasean de un lado para otro por el pasillo de la universidad. Su mejor amigo aún no llega y eso la pone de los nervios. Odiaba la impuntualidad y mucho más cuando por fin había tomado el valor de confesar sus sentimientos guardados durante tantos años.

Rubén era todo para ella y perderlo la dejaría echa polvo. Solo quería arriesgarse un poco, derrumbar sus limites y ser capaz de expresarse. Estaba cansada de solo ser su mejor amiga. Quería que la amase, tanto como ella lo amaba a él.

Levanto su rostro en cuanto vio aparecer a Rubén, con sus típicos zapatos deportivos y aquel abrigo mil tallas más grande que él. Era precioso ante sus ojos.

-Te estaba buscando-soltó Bae en modo de saludo.

Rubén sonrió con ganas y examinó los ojos castaños de su amiga.

-Y yo a ti.

Una breve esperanza se coló sobre el alma de Bae. Cabía la posibilidad que él sintiera lo mismo por ella. Así que sonrío e inclinó la cabeza hacia un lado.

-¿Qué querías, Rubén?

-¿Te acuerdas de la chica que estudia arte?

-¿La rubia de ojos enormes y el tatuaje del infinito sobre el antebrazo?-él asintió bastante feliz con su pregunta.

En realidad Bae se estaba burlando un poco pero eso pasó desapercibido para los oídos de su amigo.

-¿Qué pasó con ella?

-La invité a salir este sábado y dijo que sí.

-¿Es solo un rollito, verdad?

Rubén guardó silencio por unos segundos y terminó por negar con la cabeza. Bae sintió como sus sentimientos estaban siendo pisoteados. Y maldijo a la vida por ser cruel. ¿Por qué tuvo que fijarse en él?

-No, creo que me gusta de verdad. Quiero ir en serio con ella.

Bae quiso que la tierra la tragase.

-Vaya...-susurró ella sin saber que más decir.

Lo único que quería era salir corriendo y encerrarse en su habitación a llorar. Bae era masoquista y siempre se torturaba con canciones tristes cuando estaba por lo suelos. Algo ilógico en el ser humano.

-¿Qué querías decirme tú?

Bae reaccionó y volvió a fingir que todo iba bien. Que no estaba destrozada porque su mejor amigo jamás iba a fijarse en ella.

-Que soy jodidamente hermosa y tengo que recordarmelo siempre. Siempre diva nunca indiva.

Rubén sonrió y no tardó en echarse a reír. ¿Por qué le mentía a Bae? ¿Por qué no podía decirle que la amaba?

Ahí estaban los mejores amigos, en la friendzone por no atreverse a ser sinceros el uno con el otro.

[Rubius Imaginas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora