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Bae soltó un suspiro y volvió la vista hacia el balcón. Se moría de hambre, su novio le había prometido una apetitosa cena y llevaba casi dos horas en la cocina.

—¿Te queda mucho?—gritó sin mucho esfuerzo, pues el tono de su voz era alto de por sí.

Rubén se asomó con rostro culpable y procedió a aclararse la garganta.

—Creo que ya he acabado.

Le ordenó con la mirada que le siguiese y ella dio un salto desde el sofá. Arrastrando los pies llegó a la conclusión de por qué Rubén había tardado tanto en cocinar. ¡La cocina era una locura! Habían ollas y platos por donde quier. Pero en el fondo de su corazón sintió cierta calidez al ver que su novio se había esforzado mucho por ella. Le abrazó.

—Huele bien.

—Yo huelo a aceite, mira huele, huele mi pelo—se quejó el mayor con una mueca de desagrado.

Bae se alzó de puntilla y en eso Rubén aprovechó para robarle un dulce beso. Bae sonrió enternecida.

—Bañate otaku.

[Rubius Imaginas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora