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(Aquí Bae si está embarazada)

Rubén se quedó viendo como Bae se dedicaba a pintar un libro de princesas Disney. Se sentó a su lado y se cuestionó que podía hacer para matar el aburrimiento.

-¿Por qué están tan inquieto?-preguntó Bae sin despegar su mirada del dibujo de blanca nieves.

Rubén apoyó su cabellera rubia sobre el suave hombro de su novia y soltó un suspiro sonoro.

-Estoy aburrido... y preocupado-añadió en tono bajo.

Bae lo miró de reojo y también suspiró.

-La niña está bien-trató de calmarlo mientras llevaba las manos de Rubén hacia su abultada barriga-. Fue una caída sin importancia.

Rubén cerró los ojos con fuerza mientras daba suaves caricias, tragó saliva y se maldijo al haber dejado un juguete en medio de las escaleras. Bae iba casi corriendo para ir a asaltar la nevera que no se dio cuenta del obstáculo, hasta que cayó de culo.

Rubén lloró de camino al hospital.

-La ginecóloga dijo que todo iba perfecto, no te comas la cabeza, cariño.

Asintió no muy convencido y dejó un cálido beso sobre el hombro de su novia.

-Vas a ser una madre genial-reconoció él con una pequeña sonrisa.

Bae sonrió, emocionada.

La idea de ser padres primerizos les aterraba. Pero ambos querían aceptar el desafío, que consistían en cambiar sus vidas en cuanto la niña llegase al mundo.

Y Rubén no podía esperar para ver a su hija nacer.

-¡Me ha dado una patada!

Bae carcajeó al ver la cara de sorpresa de su novio. No era la primera vez que lo hacía, pero cada vez que la sentía, reaccionaba como si fuera la primera vez.

-Vas a ser un padre maravilloso.

Rubén la miró con sus ojitos brillantes y la besó. Amaba muchísimo a Bae.







[Rubius Imaginas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora