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Como se conocieron:

Bae entró a toda prisa a su casa, la cual compartía con su actual novio. Sus pies se detuvieron al escuchar extraños ruidos provenientes de su habitación. Y luego lo que parecieron sonidos repugnantes para sus oídos pero mucho más doloroso para su corazón. En cuanto abrió la puerta se encontró lo que menos ella esperaba; su novio y mejor amiga.

—Así que tú decías que no tenía que preocuparme por ella—comentó Bae con burla, era tal la sorpresa que no podía ni llorar—. Sal de mi casa, por favor.

La mencionada asintió con el miedo reflejado en sus ojos. Bae contó mentalmente y trató de que su ritmo cardíaco disminuyese.

Perfecto, otro infiel más, pensó llena de cólera.

—No es lo que parece, Bae—se excusó su novio tras ponerse el boxer.

La castaña y mejor amiga de su novio le pidió perdón para después salir corriendo de la casa. Bae escuchó el portazo y la sangre le comenzó a hervir.

—¿Por qué?—preguntó ella, totalmente decepcionada con el chico que amaba.

—Estaba borracho.

—Y una mierda estabas borracho—le cortó al ver que mentía frente a sus ojos.

—Bae, yo te amo...

Le dio un manotazo en cuanto intentó acercarse a ella.

—Me amas tanto que metiste tu ridículo pene en tu mejor amiga. Recoge tus cosas y largate de mi piso.

—No voy a irme de aquí, no hasta que me digas que vamos a seguir juntos... la semana que viene se casa mi hermano y tú vas a acompañarme.

Bae se relamió los labios y se adentró a la habitación para sacar de su armario la ropa de su ahora ex novio.

—Coges tus cosas por las buenas o te las quemo. Cuando regrese no quiero verte aquí.

Bae le dio un empujón y se marchó como alma que lleva el diablo.

Al caer la noche y con el alcohol en vena, llegó a su casa. El aroma del perfume barato de su novio llegó a sus fosas nasales y quiso vomitar. Bae giró la cabeza y vio a un hombre entrando por la puerta. Hizo una postura de lucha en su embriaguez pura y esperó que la atacara.

—¿Quieres que llame a alguien?—le preguntó el chico, mirándola divertido.

—¿Quién eres tú?

—El dueño del bar de abajo, Rubén. ¿No te acuerdas?

—Oh...—soltó Bae incrédula al tener los recuerdos algo borrosos.

Bae le indicó que la siguiera y juntos se adentraron a la habitación.

—Creo que voy a quemar este colchón, ¿me ayudarías?

—No es muy buena idea.

—Vamos Rubén, ese capullo se revolcó con su amante aquí. No pienso dormir allí nunca más.

—Mejor vendelo en ebay, en la descripción puedes poner; aquí estuvo el imbécil de mi ex novio el cual me engañó con su amiga. El salseo mueve dinero y montañas.

—Eres idiota, ¿lo sabias?

—Un poquito.

Bae sonrió. Con pasos torpes se acercó a la cama y comenzó a tirar de ella. Rubén la quiso detener pero en cuanto vio como la chica lloraba sin detener su cometido, se quedó de pie junto a la puerta. Había dado el relevo a su hermana esa misma tarde cuando apareció Bae con ganas de tragarse todo el alcohol del bar. Allí mismo le había contando sus penas pero en ningún momento derramó una sola lágrima. Hasta ahora.

Escuchó varios sollozos de su parte y terminó por acercarse a ella, para ayudar a poner el colchón de pie.

—¿Quieres que te ayude a tirarlo a la calle?

Bae se limpió las mejillas y asintió con la cabeza.

—Yo le quería...

—No supo apreciarte, Bae.

Lo cierto era que Rubén ya conocía a Bae desde hacía unas semanas, ella era nueva en el barrio y de vez en cuando frecuentaba su bar. Y joder, envidiaba a su novio hasta el momento en que supo que la había engañado, después solo sintió repugnancia. Rubén no sabia si estar agradecido o no, tenía la oportunidad de conocer a Bae con profundidad y solo tal vez reparar su pobre corazón.

Rubén y Bae vieron el colchón apoyado contra la basura.

—Mi ex y el colchón se ven bien juntos.

—Sí, la basura siempre combina.

Bae sonrió. Había encontrado consuelo en un desconocido y se sentía la mar de agradecida. Rubén dejó a Bae en su casa y la invitó a desayunar a la mañana siguiente.

[Rubius Imaginas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora