029.

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—¿Si fuera una lechuga envuelta en chocolate me seguirías amando?—cuestionó Bae, de manera rápida y mirando fijamente a su pareja.

Rubén apartó lentamente la mirada del portátil y pensó despacio, para no herir los sentimientos de su novia. Le había tocado una novia sumamente rara, pero estaba muy enamorado.

—¿Qué dices, cariño?

Bae se acomodó en el sofá y tras cruzarse de brazos, preguntó:

—Imagina que te levantas una mañana—los ojos de Rubén no abandonaron la mirada de Bae, para no perderse ningún detalle—y ves que a tú lado ya no estoy, o sea sí estoy, pero soy una lechuga envuelta en chocolate. ¿Me seguirías amando?

Quiso reírse ante tal disparate, ¿qué clase de pregunta era esa? Se preguntó así mismo. Los castaños ojos de Bae le atravesaron el alma y esperó paciente su respuesta.

—Antes que nada esa no es una buena mezcla, te podrías intoxicar o algo parecido, ¿lo sabes?

—No lo he probado, pero no cambies de tema.

—Es imposible que un día de te conviertas en lechuga, Bae.

—Todo es posible en esta vida, Rubén—le desafió la morena con semblante serio.

—Bueno sí. ¿A dónde quieres llegar con todo este asunto?

—Si me convierto en eso, ¿me seguirías amando?

Rubén le dio un besito esquimal ante el adorable puchero de su novia.

—Voy a amarte de todas las maneras posibles. Eres muy rara, cariño.

Bae apoyó la cabeza sobre el hombro de su pareja, y suspiró.

—A veces también lo pienso. Hablando de chocolate, me apetece.

—Ayer me comí lo último.

Bae lo miró ofendida, odiaba tener que ir al supermercado. Así que ambos con el antojo por dulce, se desperezaron y salieron de su hogar.

[Rubius Imaginas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora