Aneu tiene una suerte sorprendentemente mala, con una media beca que debe mantener, un cuarto donde se escuchan como los vecinos discuten todas las noches y el dinero que cada mes recibe y debe utilizar para cubrir sus gastos día a día, no hay momen...
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Aneu quería manejar en paz con su nueva bicicleta que le costó un ojo de la cara, ¿Solo para qué?, para que la porquería de máquina se le malograra y la dejara varada justo a varias calles de su universidad. Solo eso le falta a su día de mierda, siempre, siempre había algo que le tenía que pasar para malograr su mañana.
Esa mañana decidió ponerse una simple chaqueta verde que resultó mancharse con el café que se sirvió, para colmo, al momento de meter su ropa en la lavadora, no se dio cuenta que, en vez de agarrar el detergente, había cogido la lejía. Todas las heridas que tenía en sus manos ardieron por la ansiedad y el estrés de los finales del anterior ciclo, adicionando a su mal día, terminó manchando su camiseta favorita de algodón, ahora tenía una mancha blancuzca en la zona del estómago. Luego, al momento de salir, se tropezó con sus propias piernas y terminó en el suelo, su rodilla se rasmilló y pudo ver la creciente mancha de sangre por el golpe que se dio, no pudo más que maldecir y lloriquear por el dolor.
Y ahora esto, no podía pedir nada más para ser feliz.
- Voy a sacarle la mierda a ese hijo de puta, de verdad, no puedo creer que me haya hecho esto, con razón no costaba tanto dinero, todo a la basura por no comprar de calidad - se quejó.
Algunas personas la miraban al no entender lo que decía, una de las facilidades que tenía una latina en otro país era que podía hablar groserías en su idioma y los demás no escucharían ni un carajo de lo que decía.