Aneu tiene una suerte sorprendentemente mala, con una media beca que debe mantener, un cuarto donde se escuchan como los vecinos discuten todas las noches y el dinero que cada mes recibe y debe utilizar para cubrir sus gastos día a día, no hay momen...
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Apareció en la horrible mansión de su comprador, el hedor de muerto a su alrededor la hizo caer de rodillas, su estómago estaba hundiéndose dolorosamente y luego, como lo esperaba, vomitó todo lo que logró comer ese día, su cabeza dolía tan fuerte que sus poderes comenzaron a reaccionar de mala manera, alrededor de ella una capa de fuerza casi visible empezaba a formarse, la electricidad que salía caracteriza a las brujas, empezó a desprenderse de su piel, estaba sufriendo de un ataque y jamás le había pasado algo así, no hasta ahora, pero ¿por qué estaba haciendo todo esto? ¿porque le pasaba justamente ahora ese tipo de problemas? no debería haber ocurrido así.
Se supone que todo debió de haber acabado cuando dejo a esa niña en los brazos de otra familia, había abandonado su propia vida para que ella tuviera una tranquila, la de un humano, pero ahí estaba nuevamente, volviendo a ver a su hermana menor, la que jamás debió de haber aparecido, lo peor de todo es que no podría librarse de aquel enfermizo contrato que firmó con él cuando ella tenía tan sólo siete años
- ¿Por qué ahora...? -
Recordó los ojos temerosos que esa chica humana, futura reina de la manada Kirian, le mostró, su rápida escapada que hizo iba a formar dudas, especialmente en el lobo, Jungkook, nunca nadie había logrado vencer sus habilidades, jamás en su vida le había ocurrido algo parecido, todos y cada uno de los fantásticos que habían peleado con ella una bruja de luna, había muerto o se habían rendido, pero ese chico no, incluso cuando recitó leyendas prohibidas para terminar con su vida todo fue en vano.
- ¡¿Por qué está ella aquí?! -
Memorias del infierno comenzaron a brotar, recordaba claramente ese día de lluvia, dos niños habían sido abandonadas por su aquelarre, dos criaturas que no tenían la culpa de nada de lo que había pasado, que no sabían controlar habilidades que jamás se les enseño.