Aneu tiene una suerte sorprendentemente mala, con una media beca que debe mantener, un cuarto donde se escuchan como los vecinos discuten todas las noches y el dinero que cada mes recibe y debe utilizar para cubrir sus gastos día a día, no hay momen...
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Aferrando sus cuadernos a su pecho, comenzó a caminar sin mirar atrás, la verdad es que no le importaba ir a la segunda clase, no es que era una rebelde, solo que ir a una clase innecesaria en donde solo hablaban sobre historia cuando ella sabía más que los demás se le presentaba aburrido, era una rata de biblioteca de pies a cabeza por donde lo vieras, además, su padre solía llevarla a su trabajo y dejarla abandonada en la sala de libros donde trabajaba, el padre de Aneu era director de una escuela por Miraflores.
Al momento de salir del edificio de Artes, se dio cuenta de que no había alumnado por ninguna parte, aprovechando el bug de la historia corrió como loca hasta donde dejó su bicicleta atada a una cuerda, porque si, ni candado tenía.
- Vamos mierdera cosa, me tienes que servir para algo antes de que... ¡Ah! -
- ¡Lo siento! -
Aneu retrocedió y empujó su bicicleta cuando aquel muchacho apareció delante de ella por arte de magia, su corazón casi se le sale por la boca y sintió un horrible escalofrío recorrerle la espalda.
- ¡Mierda niño, me has asustado! - Aneu se tocó el pecho y suspiro - tú de nuevo, ¿Te volviste a perder?
Ella no podía ser muy educada, a veces sus groserías o su mal genio se daban a relucir con gente que no conocía y que la fastidiaban, y ese niño era uno de ellos.