Aneu tiene una suerte sorprendentemente mala, con una media beca que debe mantener, un cuarto donde se escuchan como los vecinos discuten todas las noches y el dinero que cada mes recibe y debe utilizar para cubrir sus gastos día a día, no hay momen...
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Aneu comenzó a despertar lentamente, sintiendo como su cuerpo estaba adormecido, pero se sentía bien, con cautela intento tocar el otro extremo de la cama, pero solo encontró el vacío, ella recordaba que en la habitación que Yoongi le dio había dos cajoncitos a cada lado de la cama donde dejaba las revistas que tomaba.
- qué... - Aneu lentamente abrió los ojos y se dio cuenta de que no estaba en la casa de Yoongi, más bien, esta era más blanca, tenía libreros en la pared a donde estaba mirando y para colmo, sabía que ese lobo blanco no coleccionaba figuras de acción ni relojes en orden, el solo tenía poleras - dónde...¡AHHHH!
Exclamó al sentir como la mano ajena de alguien rozaba su cadera hasta cerrarse en su estómago y jalarla hacia atrás sin problemas.
- calma, noona -
Esa voz la conocía, apresurada se volteó en la cama un poco y quedó frente a frente con el pecho marcado y caliente de Jungkook.
- tú... ¡Oh por dios! -
Aneu cubrió su rostro justo cuando él se inclinó para besarla, no iba a dejarlo que hiciera lo que quisiera más, avergonzada cogió las sábanas y cubrió su rostro caliente del chico.
¡Lo habían hecho con Jungkook!, dios, y con un menor... ah, se iba a ir al infierno allí mismo.
- no puede ser - murmuró intentando no avergonzarse.
La risa de conejo de Jungkook se escuchó bajito, eso la hizo molestar y le lanzó un manotazo en el pecho con fuerza, lo cual no fue más que una simple caricia para él, que le causo risa.