Una pesadez me dificultaba abrir los ojos. No me encontraba muerta; de eso estaba segura. Morir debía ser una experiencia extraterrenal. Y, en cambio, intentar moverme generaba punzadas de dolor.
Cuando por fin pude separar mis párpados, lo primero que me dio la bienvenida fue la vista del bosque a través de la ventana. Yo yacía de costado sobre una cama, desnuda y cubierta por una sábana. El cielo se aclaraba y la fría brisa matutina me acarició el rostro. Mantuve mi posición, dispuesta a disfrutar de esa tranquilidad el mayor tiempo posible. Solo éramos los colores de la naturaleza y mi respiración. No recordaba la última vez que tuve esa sensación; sin la angustia de huir, ni el asfixiante remordimiento.
No era necesario nada más para saber que me encontraba de nuevo en el centro de adiestramiento de los Cephei, ubicado en el bosque Avok. Tampoco debía ojear mi alrededor para verificar que estaba en la enfermería del edificio principal. Allí pasé gran parte de mis primeros meses con ellos, a causa de deshidratación, desmayos, huesos rotos, entre otros motivos. La adaptación fue difícil.
—Bienvenida de regreso.
En cuanto habló me vi forzada a dejar de ignorar su presencia. Me di la vuelta para observar a la chica sentada junto a mi cama. El cabello negro de Lisa estaba recogido en un moño desordenado y llevaba puesto un adorable vestido de encaje. Sus ojos de la misma tonalidad que los de su hermano Ian conversaban su chispa alegre.
—Amanda no se equivocó al decir que pronto volverías —agregó.
—Es una pena que conmigo nunca falle.
Desvió la mirada. Se arrepintió de haber mencionado a la peculiar señora que apreciaba, pero cuyas premoniciones relacionadas conmigo siempre eran fatídicas.
Lisa y yo nunca fuimos las mejores amigas, porque ella era pura y cercana a Corinne. Sin embargo, era una chica amable y llegué a interactuar bastante con ella por ser la encargada de cuidar a Amanda junto a su madre.
Me acomodé mejor para sentarme y no darle la espalda. Mi mano dio con algo sobre las sábanas. Era una orquídea blanca, la flor favorita de Amanda.
—Te la trajo como regalo —dijo Lisa—. ¿Te puedo abrazar?
Fue una petición extraña, mas difícil de declinar. Se acercó y me envolvió con sus brazos. A diferencia de su hermano, la fragancia de Lisa era fresca, semejante a la brisa marina. Me apretó. Le di unas palmaditas en la espalda porque no supe qué más hacer. Primero Paula, y ahora ella. No estaba acostumbrada a tanto afecto.
Entre líneas puede intuir que Amanda debió compartir con ella algunos detalles de lo que la diosa le susurraba en el oído.
Lisa se apartó. Sus ojos brillaban como si se hubieran humedecido. Aclaró su garganta y disimuló abriendo la gaveta de la mesita de noche para extraer ropa. La colocó en la silla que había estado ocupando.
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La Desertora | Trilogía Inmortal I [COMPLETA]
WerewolfVanessa regresó para salvarlo, sin imaginar que quedaría atrapada en medio de una lucha de poder, envuelta en más mentiras y rodeada de traidores. *** El pasado siempre regresa y Vanessa lo tuvo claro el día que decidió huir. Fue consciente de que n...