El día siguiente hicimos todo excepto tratar el tema por el que estábamos ahí. Me desperté en la tarde, donde el tiempo se fue entre comida y bailes producto de la fiesta organizada. Celebraron hasta el amanecer, quedándome en una esquina presenciando la alegría acumulada en la plaza.
Paula evitó a Josh y se ocupó en charlar horas con Jair. Él estaba interesado en ella; en verdad le importaban las palabras que salían de la boca de mi amiga, demostrándolo con su mirada atenta y el entusiasmo al contestar. Dudaba que Paula notara lo que yo, ya que de cuando en vez removía su atención del Pólux y buscaba a Josh entre la multitud.
El segundo al mando no se daba problemas y aceptaba gustoso la compañía de varias solteras. Bailaba, reía y les susurraba al oído. Ian hizo lo mismo, intentando encajar, mas guiándose por los buenos modales y la diplomacia. Laila estuvo con él casi toda la velada, mostrando de sobremanera su interés, el cual debía incomodar al pelinegro, porque apenas se asomó el sol en el horizonte se fue.
El próximo día transcurrió casi igual, solo que sin la fiesta, pero sí ocupándonos en nada constructivo. Comer al aire libre y recibir un tour de la isla, donde fuimos Laila, Ian y yo. Por su parte, Paula se ofreció a ayudar a Jair en su trabajo como guía en el museo.
Era exasperante. No eran vacaciones. No dejaba de preguntarme si estaban evadiendo el asunto apropósito. Por eso, la cuarta noche de nuestra estadía no pude soportarlo más.
—¿Cuándo hablaremos de la neblina y de los tentáculos?
Josh, diagonal a mí, me lanzó una mirada de reproche—. No es el momento.
—¿Y cuándo lo será? —insistí posando mis ojos en Clovis, sentado en la cabecera del comedor.
Nos encontrábamos cenando en la sala de reuniones del edificio para asuntos oficiales, el mismo de dos plantas rodeado por columnas.
Josh arrugó el rostro. No le agradó que ignorara su clara orden de seguir retrasando el asunto—. ¿Cómo te...?
—Déjala —lo cortó el alfa—. Está bien que le intrigue. —Realizó un movimiento con la mano para indicarme que continuara.
Daria comía en silencio entre su esposo y yo. Josh intentaba ocultar su enojo. Ian, frente a mí, elevó los ojos de su plato.
—Ya... ya llevamos tres días aquí. Estoy agradecida con la hospitalidad que nos han brindado, pero tenemos razones por las cuales estar aquí y el tiempo pasa sin que hayamos concretado algo. Debe haber un motivo, que no nos están comunicando, y quiero saberlo.
Clovis curveó las puntas de sus labios en lo que juré fue una sonrisa. Era diferente a su esposa, quien transmitía alegría y frescura. Siempre andaba serio, cuidadoso de sus expresiones, cerrado a compartir lo que cruzaba por su cabeza.
—Antes de darles acceso a nuestra biblioteca, tienen que darnos una cosa en retorno. Un favor por otro.
—¿Qué favor? —cuestioné, desviando mi atención a Josh. Por su cara, tampoco parecía estar enterado de ese detalle.
ESTÁS LEYENDO
La Desertora | Trilogía Inmortal I [COMPLETA]
Hombres LoboVanessa regresó para salvarlo, sin imaginar que quedaría atrapada en medio de una lucha de poder, envuelta en más mentiras y rodeada de traidores. *** El pasado siempre regresa y Vanessa lo tuvo claro el día que decidió huir. Fue consciente de que n...