Capítulo 26 | Atadura

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Me encontré con Amanda sentada en el suelo junto a la entrada de mi habitación

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Me encontré con Amanda sentada en el suelo junto a la entrada de mi habitación. Tenía un vestido azul de fiesta, descalza, y trenzaba sus mechones grisáceos. Alzó la vista para observarme con sus misteriosos ojos cuando estuve a unos pasos.

—No deberías estar aquí. Lisa se molestará si sabe que saliste sola —dije tomándola de las manos para ayudarla a levantarse.

—No me has ido a ver, así que yo vine a ti —susurró. Se apartó y me dio la espalda para abrir la puerta—. Hablemos en tu recamara, llevo tiempo sin entrar en ella.

No esperó que aceptara para ingresar. Dio un rápido vistazo por el lugar y se acomodó en la cama de Paula, justo como la vez que la conocí. Fui tras ella y cerré la puerta. Era mejor que nadie la viera.

—Lo siento, recién regresé y este par de días han sido... complicados.

—¿Tan complicados como para ir a una fiesta en esas fachas y beber al punto de tambalearte al caminar?

—Exacto. —Me acosté en mi cama—. ¿A dónde fuiste tan arreglada?

—A ningún lado. Este es el vestido que Lisa se iba a poner mañana y creí que era justo por lo menos estrenarlo antes de deshacerme de él.

—¿Cómo que deshacerte de él?

—Ella no debe ir a esa ceremonia. No debe, no debe. —Mantuvo la respiración por un instante, esfumándose la sombra de locura que atravesó por su rostro al volver a exhalar—. Y tú no debes sufrir porque no habrá boda.

Impulsándome con los codos, me senté.

Yo era testigo de sus aciertos. De las veces en las que se perdía en su propia realidad a murmurar cosas aparentemente sin sentido, pero que más adelante lo tenían. Por eso la sofocante presión en mi pecho, allí desde la anticipación de la unión, se apaciguó con sus palabras.

Drake necesitaba casarse si quería ejercer, y debía hacerlo ahora que Corinne cargaba a su hijo en el vientre. Eso era lo requerido por las reglas y por su obligación de responderle a la rubia. Yo sabía lo que significaba ser abandonada con un bebé, por lo que no podía deseárselo ni a mi peor enemiga. Sin embargo, mi lado masoquista y egoísta, aquel que se aferraba a las lindas memorias que forjé con Drake, se esperanzó en que la dejaría por mí.

—No pongas esa cara, mi niña. No será por las razones que crees —agregó cortando mi ilusión—. No sé si es mejor que se case, solo puedo asegurar que esa cancelación traerá muchos peligros.

Había preocupación en ella, y nunca se expresó con tanta seriedad.

—Explícame más —pedí. Fui hasta ella y ocupé el espacio a su lado, sujetando sus manos—. Por favor.

—No tengo más que decir.

No me molesté porque ya lo había hecho en indeterminadas ocasiones. Estaba consciente de que si Amanda no revelaba todo era por algo. Que el universo mueva los hilos de los vivos a su voluntad y me deje echar un vistazo, no me da derecho de contar más de lo permitido, fue su excusa cada vez que insistí.

La Desertora | Trilogía Inmortal I [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora