Antes | Traición

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El día en que mi corazón se empezó a marchitar llovía

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El día en que mi corazón se empezó a marchitar llovía.

Era el cumpleaños de Paula y semanas antes habíamos solicitado permiso para ir a la ciudad a celebrarlo. Arthur organizó a un grupo de estudiantes para que nos acompañara junto a un par de instructores y así emprendimos el viaje en una van.

Mientras mi desempeño mejoraba y mi relación con Drake se consolidaba, obtuve el efecto contrario con mis homólogos y superiores. Ya las habladurías habían alcanzado a una fracción de los profesores y podía percibir cómo me juzgaban en silencio. Cada vez quería pasar más tiempo a solas con Drake, para huir de la envidia y los malos ratos, enfocándome exclusivamente en nuestro amor.

Descuidé un poco mi amistad con Paula. Ese fue el motivo por el que le pedí a Drake que se quedara en casa. A pesar de haber querido acompañarme en mi reencuentro con la civilización, aceptó. Además también fue una manera de evitar el aumento de miradas negativas que podían arruinarle la celebración a mi amiga. Prometí recompensárselo y contarle cada detalle cuando volviera.

A cuarenta y cinco minutos de carretera nos encontramos con la vía bloqueada porque el puente se había caído durante la tormenta de la noche anterior. Lo tomaron como una señal divina de que no debíamos continuar, por lo que regresamos a las instalaciones.

Cuando llegábamos comenzó la lluvia y corrimos hacia el interior.

—No te preocupes. No te comerás esa torta de helado que tanto querías, pero yo te haré la torta favorita de mi madre. Solo déjame ir a buscar mi cuaderno de recetas al cuarto de Drake —dije al ingresar a nuestra habitación.

Paula se había quitado los zapatos y lanzado abatida a la cama.

Estuvo emocionada con esa visita. Planificó ir a una heladería a la que fue con sus padres al cumplir diez, decidida a comerse una torta fría de un kilo que ellos no le compraron en ese entonces. Me propuse a animarla para que por lo menos pasara un rato agradable. Se lo debía por oír mis dramas sin queja alguna.

—No es necesario, Vane —suspiró—. Creo que mejor me tomo un té y me duermo. En mis sueños podré estar con Josh y fantasear con todo lo que jamás sucederá.

—No seas así. Primero la torta —insistí—. Tienes todos los días para pensar en ese imbécil, hoy quita esa cara y disfruta de tu cumpleaños. Comeremos torta, veremos películas y, si logro escabullirme en la cocina de los puros, agarraré unas cervezas y nos emborracharemos.

Lo último hizo que se sentara. Me miró incrédula.

—¿Tú? ¿Robarle alcohol a los puros? ¿Qué has hecho con mi dulce y correcta Vanessa?

Lo más probable era que le pidiera a Drake que me consiguiera unas, mas no le diría eso a ella. Se animó con la idea de mí desobedeciendo las reglas.

La Desertora | Trilogía Inmortal I [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora