Capítulo 25 | Compromiso

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Desperté desorientada

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Desperté desorientada. Me quedé un momento inmóvil observando el techo de la habitación donde me encontraba, sin recordar lo sucedido. Mi rostro tenía frío, pero mi cuerpo estaba cubierto por una suave y cálida tela.

¿Cómo acabé ahí? Mi última memoria era del bailar de la fogata y el cantar de los grillos. Después... el ataque de los tentáculos y Alan en el interior de la cueva.

Un choque de energía activó mi organismo. Me puse alerta y senté para encarar a mi enemigo. La situación no fue la que anticipé. No estaba cautiva y siendo vigilada por un hechicero corrompido, sino que en la enfermería con la mirada de alivio de Paula puesta sobre mí.

—Conserva la calma. El golpe que te dieron casi te fractura el cráneo, por lo que todavía debes reposar.

Su silueta acomodada en una silla junto a la cama se tambaleaba. Iba de un lado a otro como si fuese un reflejo en el agua en un día de mucha brisa. Las náuseas atacaron mi estómago y vomité en la vasija que me tendió. Luego cerré los ojos y me recosté de nuevo. No soportaba la falla en mi visión; me hacía sentir enferma.

—Un gracias no estaría mal. No disfruto ver vómito.

—Gracias —gruñí, mas que todo por el terrible dolor de cabeza—. ¿Qué pasó?

—Josh, Patrick y Bryan escucharon el aullido de auxilio de Alan y los hallaron inconscientes en una cueva.

¿El aullido de Alan? En el estado en el que me topé con el rubio difícilmente completaría su transformación, mucho menos reuniría las fuerzas para pedir ayuda. No pudo distinguir lo real de la ilusión.

—El cofre. El libro. ¿Los tomaron?

Arrugó las cejas en señal de confusión—. Solo estaban ustedes dos en esa cueva. Ni siquiera había murciélagos.

El que me noqueó tuvo que haberlos agarrado. Seguro aprovechó mi inconsciencia para limpiar las evidencias del lugar, pero, ¿por qué llamar a los demás para que dieran con nosotros? ¿Por qué disculparse antes de golpearme? No tenía sentido, y solo apuntaba a que o estaba arrepentido de sus actos, o era cercano a mí.

¿Quién? ¿Quién podía encontrarse detrás de todo? Y, ¿qué ganaba con reclamar la vida de tantos? Hechicero, o no hechicero. Conocido, o no conocido. Ambos, o incluso más involucrados. Era un hecho que se trataba de algo grande y que iban ganando.

—¿Dónde está Alan? —pregunté.

Si vio a su atacante él podía ser la clave para detenerlo, para comprender lo que ocurría. No importaba si el detalle era mínimo, sería de ayuda.

—En su habitación. Recobró la consciencia hace un par de horas y Olivia le dio de alta después de que las cortadas sanaron lo suficiente.

Saqué las piernas del colchón, preparándome para levantarme. Tenía que interrogarlo y, en el fondo, ver por mí misma que se encontraba bien.

La Desertora | Trilogía Inmortal I [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora