Antes | Trabajo

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Era tarde y sabía que me estaba desviando del objetivo

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Era tarde y sabía que me estaba desviando del objetivo. Llegué a ese bar para encontrar a mi próxima víctima, no para ser víctima del alcohol. Necesitaba dinero, comida y un sitio donde quedarme unos días. Sin embargo, últimamente mis fantasmas me estaban atormentando y me orillaban a excederme de tragos.

—Oye, bonita. ¿Vienes a menudo por aquí? Juraría que te he visto antes.

Terminé de golpe mi trago y miré de reojo al sujeto de pie junto a mí. Era el típico ebrio que se encontraba en un bar, buscando una aventura de una noche. Era la opción perfecta, pero, aunque fuera una frase común de coqueteo, no me gustó que dijera reconocerme. Ya había pasado demasiado tiempo en esa ciudad.

Abrí la botella de vodka y volví a llenar el vaso.

—Sí, vengo a buscar chicas sexys. Si no eres una, no estoy interesada —contesté con una sonrisa sin dientes que decía lárgate.

Él mencionó algo sobre cómo las mejores o estaban locas o eran lesbianas y se fue.

Le resté importancia a la escena y seguí con lo mío. Revisé la hora en mi teléfono, robado hacía unos meses, y supe que faltaban unas dos horas para el cierre del establecimiento. Todo parecía indicar que iba a terminar irrumpiendo en un establecimiento o casa para pasar la noche.

A pesar de la hora, el recinto estaba lleno de gente y la música seguía siendo buena. Era un lugar público concurrido, así que mientras estuviera allí, no corría ningún peligro. Ningún cazador, Hijo de Diana, Maldito de Aithan o Descendiente de Imm se acercaría para asesinarme en medio de tantas personas. Tampoco era tan importante para algo así. De hecho, incluso con esos tragos de más, comenzaba a dudar si siquiera se acordarían de mi existencia y pecados.

—Dame otra botella —le pedí a la que atendía la barra.

—Me sorprende tu resistencia, pero ya has llegado al límite. Lo siento —respondió la pelinegra que tenía al descubierto su abdomen, dejando a la vista un diminuto corazón en llamas tatuado—. Mi supervisor me habló de ti y me dijo que estuviera pendiente. Puedo darte agua, si quieres.

Otro más que me recordaba. Otra señal de que era momento de marcharme de allí, a pesar de haberle agarrado gusto al lugar. Empezaba a cansarme de huir y de la soledad.

—Déjalo así.

Ella asintió y fue a atender a un par de amigos a unos cuantos taburetes de distancia. Ellos conversaban sobre la misteriosa chica que seducía a los hombres, los dejaba atados en el baño de sus viviendas unos días y les robaba las pertenencias. Lo curioso era que no recordaban su rostro.

Otro motivo por el cual irme. Mi presencia y mis actos comenzaban a trasmitirse de boca en boca. En cualquier momento podrían atraparme. Decidí que al amanecer abandonaría la ciudad. Ya era hora.

Agarré mi bolso y maniobré entre la multitud hacia el exterior.

Afuera, en el estacionamiento, la brisa helada sacudió mi cabello. Miré con un suspiro hacia la Luna, hacia Diana. Con los Cephei y con Amanda sobre todo, aprendí que la diosa tenía un plan para todos, pero no podía entender qué era lo que quería de mí. ¿Acaso su plan era hacerme sufrir y ser una fugitiva para siempre?

La Desertora | Trilogía Inmortal I [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora