La mañana siguiente despertamos con la sorpresa de tener nuestra ropa de regreso. Nuestras pocas prendas se encontraban dobladas en el escritorio junto al desayuno. Mientras comíamos, sin volver a mencionar lo ocurrido el día anterior, le conté sobre lo que sentí al transitar los pisos inferiores de la construcción.
«Yo también creo que es una señal de Diana».
«Ahora, cuéntame, ¿cómo te fue con Caitlin?»
Dejó de masticar por un instante.
«Bueno...»
Sin previo aviso, fue interrumpido por la susodicha ingresando a la recamara.
—Thomas quiere verlos —informó.
Abandonamos los platos a medio comer y la seguimos por el pasillo. Caminaba pegada al rubio, sin tocarlo, mas estando dentro de su espacio personal. Quise saber el porqué Thomas nos mandó a llamar, pero solo obtuve una respuesta cortante y vacía.
—Dime algo, ¿pensaste en mí? —cuestionó la morena—. Porque yo sí lo hice. Pensé en todo lo que pudimos haber hecho si no nos hubieran interrumpido.
Alan se limitó a sonreírle y para ella fue suficiente. Sabía que debía estar aprovechándose del interés de ella en él para intentar adquirir información, sin embargo, podía ser un arma de doble filo. Sin dudas cada segundo que pasaba con ella estaba siendo puesto a prueba.
En el recibidor de la casona Thomas nos esperaba con un grupo de diez Descencientes de Imm formados en una fila. Justo como el que me llevó el primer día a su habitación, era chicos y chicas jóvenes que todavía respiraban como si de verdad necesitaran hacerlo. Miraban curiosos su alrededor y algunos mantenían los brazos cruzados de manera defensiva. Tampoco debían tener mucho de haber sido convertidos.
Thomas vino hacia nosotros. Le dio unas palmadas a Alan en el hombro.
—Veo que ya estás recompuesto. No quiero que vuelva a pasar una escena como la de ayer. No necesitamos espíritus débiles en el clan.
En vez de salir palabras de aliento como anticipó su gesto, le dio una advertencia. Se tratara de un caso especial, o no, Thomas no tenía tiempo para lidiar con quiebres emocionales que continuarían poniendo en duda su liderazgo. Se encontraba al mando del clan, pero, como pude ver la noche anterior, todavía no era un puesto firme.
—No volverá a ocurrir —replicó con aires de certeza.
—Y yo me encargaré de ello, amo —intervino Caitlin—. Como sabe, no está acostumbrado a la sangre fresca y por ende perdió el control, sin embargo, me haré responsable de educarlo en nuestras formas.
—Eso espero —contestó antes de posar su atención en mí—. Ya Caitlin tiene su tarea, ahora te toca a ti, Vanessa. Seguro que no has olvidado que todos debemos aportar al clan.
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La Desertora | Trilogía Inmortal I [COMPLETA]
Hombres LoboVanessa regresó para salvarlo, sin imaginar que quedaría atrapada en medio de una lucha de poder, envuelta en más mentiras y rodeada de traidores. *** El pasado siempre regresa y Vanessa lo tuvo claro el día que decidió huir. Fue consciente de que n...