El abatimiento ensombrecía mi alma. Me arrepentía de haber confiado en el trato con Josh. Me dolía haberme dado cuenta de lo estúpida que fui por arriesgar mi vida para salvar la de Drake, cuando él no lo merecía. Fui una imbécil una vez más, cegada por los sentimientos que, lamentablemente, continuaban habitando en mí.
Quería golpear a alguien hasta dejarlo inconsciente. Quería permitir la combustión de la decepción, frustración y rabia para luego ahogarla con alcohol. Necesitaba ayuda para sobrellevar esa situación, o terminaría de pudrirme. Maldije el instante en el que acepté regresar. Ahora no sabía hasta cuándo tendría que soportar esa tortura ni si algún día llegaría a su fin. Podía intentar huir, pero era consciente de que no sería tan fácil como las demás ocasiones. No iba a poner ni respirar sin que Drake lo supiera.
Me quedaba ocupar mi tiempo en cosas productivas; como maquinar mi venganza contra Drake, o planear la absolución de Alan, hasta poder encontrar una oportunidad y aprovecharla. Conforme avanzaba hacia las celdas de los Cephei, fue obvio en qué me enfocaría primero.
La manada encerraba a sus prisioneros en celdas a veinte metros por debajo de las instalaciones subterráneas. No era común tener retenidos; a menos que se tratara de sujetos importantes por interrogar, miembros esperando una sentencia de castigo, o un impuro recién llegado con vínculo de conversión. El ascensor se abría en un pasillo largo, en cuyo final había dos guardias armados. Ese era uno de los trabajos más aburridos y menos codiciado entre los puros, por lo que solían dejárselo a los jóvenes que buscaban aprobación.
Uno de ellos, la chica, me preguntó mi nombre. Al dárselo, me permitió el paso de inmediato. Deslizó su tarjeta por el sensor y la puerta blindada se abrió. Después de indicarme el número de celda, los dejé atrás.
El ambiente era tan frío que incluso pude percibirlo. Yo ya había estado ahí un par de veces, comenzando el día que me trajeron a la manada y me mantuvieron encerrada por varios meses para romper mi conexión con Drake. Empecé a cuestionarme si de verdad en aquel entonces el lazo se deshizo, o si Los Tres se equivocaron. Lo que él provocaba no podía ser normal.
Alcancé la celda de Alan y abrí la ventanilla embarrotada para verlo. En esta habitación de tres por tres; con solo una cama, inodoro y lavabo, estaba Alan sentado sobre el colchón. Tenía su espalda pegada de la pared, con las piernas pegadas a su pecho y el mentón apoyado de sus rodillas. Bajo ese bombillo demasiado brillante para permitir dormir, noté su vestimenta limpia, pero también su mirada triste y perdida.
—Alan —lo llamé cuando no levantó ni la vista ante mi llegada.
—Quizás está bien que me maten. Hice cosas horribles y merezco pagar por ellas —dijo.
—Entonces todos, empezando por Drake, deberían morir. Bryan, Josh, Ian y yo igual.
Me destrozaba hallarlo así. Confirmé mis sospechas de que la culpa lo estaba devorando. Había perdido los papeles y era imposible enmendar sus acciones, sin embargo, darse por vencido también significaba dejar que la bestia en su interior ganara. Yo colaboré para permitir su escape, así que de igual forma recaía en mí ayudar a combatirla.
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La Desertora | Trilogía Inmortal I [COMPLETA]
Про оборотнейVanessa regresó para salvarlo, sin imaginar que quedaría atrapada en medio de una lucha de poder, envuelta en más mentiras y rodeada de traidores. *** El pasado siempre regresa y Vanessa lo tuvo claro el día que decidió huir. Fue consciente de que n...