-Vanesa, deja de moverte- le pedí, con voz ronca.
-Te dije que es mejor quedarnos en mi casa, tu cama es demasiado chica- contestó ella casi colocándose encima mío para no caerse por el borde. Rodeé su cintura con mi brazo y la subí sobre mí para que se acostara sobre mi pecho, después de todo casi ni sentía su peso.
-Ya te lo explique- le dije tapándome los ojos con el brazo, había comenzado a amanecer y el diario que usábamos de cortina no era lo suficientemente grueso como para detener la luz del sol- mi padre no consumió nada ayer, no quería dejar sola a mi mamá.
-Sabes que Bárbara puede cuidarse sola- me contestó ella acomodándose sobre mí. La Abracé, acercándola a mí. Su calor corporal me rodeaba. Hacia mucho frío afuera y éste se colaba por las rendijas de la casa. Contuve un escalofrío, ella se dió cuenta y acomodó mejor las frazadas sobre nosotros.
-Un Fabián drogado es torpe y peligroso- le dije, no tenía sentido intentar dormir un rato más, ya me había despertado - un Fabián con abstinencia es peligroso.
Vanesa suspiró contra mi cuello.
-Tienes razón- reconoció y se acurrucó contra mi cuerpo para generar más calor- No creo que funcionen las cosas con Guillermo- me dijo, de pronto, cambiando el rumbo de la conversación. Rodé los ojos, las relaciones de Vanesa no duraban más de unos meses- Quiere hacer una remera de Egresados, ¿Puedes creerlo? Es como si no fuera consciente de que la mayoría de nosotros con suerte tenemos útiles escolares.
Me senté en la cama y la levanté conmigo. Vanesa se acomodó contra mi pecho y dejó caer su trasero entre mis piernas, sobre la cama. Nos cubrí mejor con las sábanas y cerré los ojos, apoyando mi mentón sobre su cabeza.
-Quizás tendrías que hacer como yo, solo sexo sin ataduras- le dije. Vanesa rió y pasó sus dedos por los músculos de mi brazo.
-Decís eso porque así solo estaría con vos- contestó burlonamente.
-Sabes que no es eso- le dije con sinceridad- de esta forma podrías estar con quien quisieras. Con un poco de suerte conseguís a alguno interesado en un trío. O alguna- agregué. Vanesa hizo una mueca.
-Ya te dije que yo no voy para los dos lados- me dijo.
-Bueno- me rendí, adiós fantasías sexuales- pero más te vale que no me dejes por algún otro que te de unos rapiditos porque si no voy a vivir a pajas- le dije dándole un beso en la cabeza- eres la única que soporta mi...intensidad.
Vanesa rió.
-No puedo creer que dijiste intensidad- se burló entre carcajadas. Bufé- igual no te preocupes- me tranquilizó- Que por estos prados no voy a encontrar un cuerpo así o unos ojos así ni aunque venda un riñón.
Intenté ocultar mi sonrisa de satisfacción, tenía muchos defectos y uno de ellos era ser algo narcisista. Estaba claro que en mi colegio destacaba, sobre todo por mi físico. No era tan Bueno en las clases pero si en gimnasia y supongo que acá importa más la fuerza física que la inteligencia. Varias chicas se me habían declarado a lo largo de los años pero siempre había usado la misma coartada: estoy enamorado de Vanesa. Todos caían en esa.
Unos ruidos en la cocina me distrajeron. Mi mamá estaba despierta.
-Ahí está- bufó Vanesa- mi enemiga.
Sonreí.
-Ya te dije que mi mamá no es tu enemiga- le dije quitándole un mechón verde de cabello de la comisura de sus labios.
-Si vieras la cara de boludo que pones cuando la escuchas- insinuó Vanesa- Ni yo era tan intensa con mi hermana.
Sonreí burlonamente.
-¿Qué pasa?- me preguntó, confundida.
-Dijiste intensa.
-Eres un idiota- contestó Vanesa y ese fue el comienzo de una pelea de puños que le dejé ganar.
De chicos no era tan amable, Vanesa había tenido que fortalecerse para poder estar al menos cerca de cansarme. Estaba seguro de que podía ganarle en una pelea a la mayoría de los inútiles como mi padre que había en este lugar.
-¿La extrañas?- le pregunté - a tu hermana.
-Si- admitió y sus ojos marrones perdieron su brillo- pero ahora está mejor. Era muy difícil para ella ocultar sus poderes, ahora en ese lugar podrá ser lo que quiera ser. Ahora es libre. Solo me gustaría tener el dinero para poder ir a visitarla.
-El director te ofreció un viaje gratis si querías usarlo- le recordé mientras peinaba su pelo con las manos. Me encantaba ver los diferentes tonos de cabello entre mis dedos.
-Lo sé, solo quiero guardarlo para un momento en el que realmente tenga que ir a verla, ¿Sabes? Por si...ojalá no, pero por si un día la hieren en una batalla o algo por el estilo. Los Genetics están todo el tiempo combatiendo a quien sabe qué, imagina si mi hermana es herida y yo me gasté mi única posibilidad de verla en la cuarta semana. No señor- dijo ella con determinación deslizando sus manos por los músculos de mi estómago. Eran unos tics que teníamos: yo estaba obsesionado con su colorido cabello y ella estaba obsesionada con mis músculos. Pero eran obsesiones más bien de la infancia.
La madre de Vanesa era la peluquera del barrio y tenía la peluquería en su casa, como quería que su hija siguiera el oficio y fuera capaz de ayudarla, la dejaba experimentar con su propio cabello. El día en el que Vanesa descubrió las tinturas fue un viaje de ida.
No muchos allí tenían el dinero suficiente como para teñirse el pelo de colores fantasía pero cuando ocurría, Vanesa observaba todo el proceso con fascinación. Con el tiempo, su mamá la dejó usar la tintura restante para que aprendiera y durante casi toda nuestra infancia Vanesa tuvo el cabello de todos los colores imaginables.
Era lo único de color en aquel lugar tan gris y triste y quizás era el motivo por el cual me atraía tanto.
Su obsesión con mi cuerpo comenzó más bien por la curiosidad. Vanesa no podía entender como todos los demás chicos eran flacuchos y pequeños y yo era gigante en comparación. Se la pasaba el rato descubriendo nuevos músculos y comparándolos con su propio cuerpo.
Con el tiempo su tacto sobre mi cuerpo comenzó a tener otras connotaciones y yo empecé a tener otro tipo de reacciones a éste.
Vanesa y yo tenemos relaciones desde los quince años. Nos conocemos de pies a cabeza tanto en personalidad como en cuerpo.
No mentía cuando decía que las demás chicas no soportan mi fuerza. Al crecer con Vanesa, había aprendido a conocer su cuerpo y sus limitaciones a la vez que ella había aprendido a conocer el mío y su fortaleza.
Ese era uno de los motivos el cual habíamos decidido tener una relación abierta. Yo podía estar limitado a ella sola por mi fuerza pero ella podía explorar en otras personas y, con suerte encontrar el amor.
Otro de los motivos era que entre nosotros no había amor, al menos no del romántico. Había atracción sexual, por supuesto, yo lucia como un físicoculturista y ella tenía un cuerpo hermoso y moldeado considerando que había crecido intentando llegar a igualar mi fuerza. Ahora sabemos que es imposible pero, de pequeños, Vanesa de veras creía que podría lograrlo. Era capaz de hacer cientas de flexiones y abdominales en orden de cumplir su objetivo.
Nuestro amor era de otro tipo. Como decía todo el mundo, éramos almas gemelas, destinados a ser el soporte, el uno del otro. La quería tanto como a mi madre (aunque ella no me creyera) y ella me quería tanto como a su hermana.
Vanesa iba de pareja en pareja aunque intentara que sus relaciones fueran estables, era un alma libre. Tal vez era por eso que no funcionaban.
Yo, en cambio, no necesitaba a nadie más. Me bastaba con tenerla a ella, sabía darle placer y ella sabía darme placer, nos hacíamos reír, nos hacíamos enojar, tenía todo lo que necesitaba para hacerme feliz y, aunque sabía que nunca podría amarla románticamente, esta cosa extraña que teníamos me bastaba.
En un mundo tan gris y vacío como el mío, ella y su pelo verde eran lo único que le aportaban algo de color a mi vida.
¿Ya dedujeron quien es la hermana de Vanesa?
Pista: a parece en Sher.
Voy a dedicarle un capítulo a los que adivinen ;)
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Thunder
ActionDaniel Cuzis es el típico estereotipo del chico malo. Se emborracha hasta perder la conciencia, fuma como si quisiera morir a los treinta y carga una navaja en el bolsillo. Pero en todo cliché está el mismo dilema, ¿Por qué es un chico malo? Daniel...