Noventa y nueve...me quité la venda con urgencia, totalmente predispuesto a brincar afuera del auto cuando una presencia a mi lado me sobresaltó. Ahogue un grito y miré a Bruno con fastidio.
-¿Hace cuánto estás ahí?- le pregunté, enojado. Bruno me hizo volver a taparme los ojos con una sonrisa burlona.
Una vez que mis ojos estuvieron cubiertos, el muchacho arrancó.
-Hace un rato- comentó- No tarde en convencerlo, después de todo es uno de los socios menos fieles a mi padre. Él ya no es quien solía ser y sus palabras hoy lo confirmaron: no pueden esperar a que tome el poder.
-¿Y ahora a dónde vamos?- pregunté, algo avergonzado por la prisa que había tenido por salir del auto, casi me había olvidado de mi adolorido cuerpo.
-A visitar a otro socio- Bruno hizo una pausa y chasqueó la boca- con él no será tan simple.
Sus palabras me inquietaron pero no dije nada, simplemente esperé a que el auto frenara y, cuando se detuvo, Bruno me quitó la venda. Estábamos en un callejón.
-Van a destituirte el auto si lo ven- comenté. Sin contestar, Bruno salió del auto y lo seguí. El hijo del mafioso apretó un botón de su control y el maletero se abrió.
-Cúbrelo con eso- dijo mirando en dirección a la parte trasera del auto. Bufé, no le bastaba con hacerme su saco de boxeo sino que ahora también era su sirviente. Lo obedecí y Bruno me hizo una seña para que lo siguiera.
Éramos un dúo extraño, los dos, completamente opuestos: él con su caro traje, piercings y pelo azul y yo con mi ropa deportiva y ya algo descolorido pelo marrón claro. Al parecer la tintura de Vanesa no era muy buena.
Aunque ambos teníamos algo en común: no lucíamos como gente amistosa. Bruno era pequeño pero algo en su presencia y su mirada te decía que no te convenía acercarte a él y yo...bueno, soy yo.
Caminamos por un largo rato hasta que fui consciente de que Bruno no había estacionado en la puerta del lugar como lo había hecho en el lugar anterior y que a diferencia de antes, me permitía mirar el entorno, ¿Qué había cambiado? Me moría por preguntar pero no sabía cómo podría tomárselo Bruno.
Cuando se detuvo casi había olvidado lo que estábamos por hacer. Nos habíamos detenido frente a una fábrica aparentemente abandonada. Bruno señaló unas cajas apiladas a la izquierda que alcanzaban una ventana pequeña con el vidrio roto.
-Necesito que trepes allí y te escondas- dijo y acto seguido me dió una bolsa de papel madera con un contenido adentro- si las cosas se ponen feas úsalos- me dijo y se dirigió a la puerta principal.
No había tiempo para preguntas con Bruno, aparentemente. Alcanzar la ventana fue fácil debido a mi altura pero pasar por la ventana fue mucho más difícil. Era apenas lo suficientemente ancha como para que mi cuerpo pudiera pasar y, una vez que logré entrar y esconderme detrás de unas cajas a unos metros de altura, Bruno ya estaba adentro conversando con un grupo de hombres.
Revisé la bolsa que Bruno me había dado: un explosivo y una caja de fósforos. Miré el contenido, fascinado, ¿De dónde los había sacado?
Las cosas no tardaron en ponerse turbias. La conversación había escalado y los hombres de Bruno Denver Padre le gritaban a su sucesor. No entendía mucho desde la distancia pero si podía oír las palabras paga, fidelidad, débil y traidor.
Definitivamente esto no pintaba bien y Bruno lo sabía puesto que sus ojos se desviaron por un segundo en mi dirección sin poder evitarlo. Para nuestra fortuna, los hombres no lo notaron pero si noté como uno de ellos sacaba su arma.
Lo siguiente pasó muy rápido y voy a tratar de explicarlo lo más claro posible: habían tres hombres. Hombre 1 sacó un arma y le apuntó a Bruno mientras Hombre 2 y 3 intentaban apaciguarlo. El problema es que hombre 1 era el mayor de todos ellos y probablemente el más cercano a Bruno Denver Padre y estaba fuera de control. Bruno no se había movido de su lugar, pero podía ver la duda en su rostro, ¿Porqué no usar sus poderes? Bum. Disparo. Vi el cuerpo de Bruno volar hacia atrás y caer en el suelo.
Los hombres 2 y 3 comenzaron a gritar e insultar como locos en dirección al hombre 1 y ahora definitivamente podía oírlos.
-¡HAZ MATADO AL HIJO DEL JEFE, ESTAMOS MUERTOS!
Miré alarmado al escena. Los tres hombres no paraban de gritarse mientras hombre uno blandía su arma en todas direcciones y, a unos metros, Bruno se desangraba. No podía tirar el explosivo allí, corría riesgo de darle a Bruno...
Dejé la bolsa y bajé por unas escaleras hasta la planta baja. Aquel lugar era ideal para esconderse puesto que parecía un depósito de drogas o quizás armas traficadas. Decenas y decenas de cajas me permitían esconderme y de esta manera llegué hasta Bruno lo más rápido posible.
Lo levanté con facilidad y lo puse sobre mi hombro. Bruno soltó un quejido pero no me importaba, tenía que salir de allí antes de que nos vieran.
Divise la puerta y corrí hacia afuera. El pánico no me permitía pensar, ¿Hacia dónde estaba el auto? Había venido completamente perdido en mis pensamientos y no sabía que camino habíamos tomado...mierda, por eso Bruno me estaba dejando ver el camino, por si pasaba justamente esto.
Decidí correr lo más lejos de allí. Bruno se quejaba a mi espalda cada vez que su cuerpo rebotaba con mi trote y yo estaba intentando suprimir el dolor de todos mis músculos.
De pronto noté que aquel barrio me resultaba familiar. Era mi barrio.
Sabía exactamente a donde ir.
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Thunder
ActionDaniel Cuzis es el típico estereotipo del chico malo. Se emborracha hasta perder la conciencia, fuma como si quisiera morir a los treinta y carga una navaja en el bolsillo. Pero en todo cliché está el mismo dilema, ¿Por qué es un chico malo? Daniel...