22. La alianza y la Reina

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No fue difícil conseguir que Bruno me pasara la dirección de los socios de su padre. El chico estaba demasiado furioso por lo sucedido y demasiado débil como para ponerse a discutir. Tan rápido como me dió la información, el muchacho volvió a dormirse.

Tomé prestada la vieja bici del garage de Vanesa. Un garage al peso, ya que ni siquiera tenían auto así que la madre de Vanesa lo usaba como peluquería.

No tardé en llegar al lugar, para mi fortuna, estaba a penas a la salida de la villa.

Hoy parecía mi día de suerte puesto que oí unas voces a dentro del lugar. Volví a meterme por la ventana y me asomé. Habían limpiado la sangre del suelo y el hombre número 1 estaba muerto.

¿Qué carajo?

-¿Eres tú, chico musculoso?- dijo uno de los hombres mirando en mi dirección. Mierda, me habían oído. No había sido muy sigiloso, sinceramente, mi error. Concluí en que no valía la pena esconderme si ya había sido descubierto así que avancé hasta ellos con precaución, ninguno de ellos sacó su arma así que lo tomé como un buen augurio.

El hombre 2 y el hombre 3 tomaron sus armas y las dejaron en el suelo, levantando sus manos en señal de rendición.

-Gabriel la cagó- dijo hombre dos mirando el cuerpo de hombre 1 en el suelo- le disparó al hijo del jefe, nosotros no queremos problemas.

Fruncí el ceño.

-No se los veía muy en desacuerdo con él antes de que ese demente le disparara- contesté. La navaja en mi bolsillo quemaba, como si deseara que la usara.

-No estábamos de acuerdo. Quería que lo traicionemos, nos tomó por sorpresa. Pero lo hemos pensado, el Jefe está viejo, su poder no es el mismo de antes y es mejor asegurarnos de estar del lado ganador.

-Y ese lado sería...

-De la Reina- dijo el hombre número 2. Alce una ceja.

-¿Bruno?- pregunté burlonamente.

-Bruno hijo- coincidió sin captar mi tono- ese es su nombre en este negocio, novato, su padre es el Rey, el es la Reina, nosotros somos las torres y tú...tú eres el peón- dijo burlonamente.

-Quizás soy un caballo- comente. No sabía mucho de ajedrez pero sabía que los caballos eran mejores que los peones.

-Lo que sea- dijo hombre 2 y le hizo una seña a hombre 3, que tomó el cadaver de Gabriel y se lo llevó.

-¿Cómo está el hijo del Jefe?- preguntó hombre 2.

-Estable- contesté.

-¿Dónde?

Lo pensé un momento.

-No te lo diré- concluí. El hombre abrió la boca para hablar pero lo detuve- Son sus órdenes- mentí- ya le dispararon, ¿Lo desobedecerás también? Es tu Jefe, ¿Verdad?

A hombre 2 no le gustaron mis palabras, sin embargo, asintió.

-Bien- contestó- nosotros los cubriremos hasta que se recupere. Es mejor que el Rey no haga preguntas, si se entera que le disparamos a su hijo...

-Bien contesté, entonces están con nosotros- declaré estirando mi mano. Hombre 2 estiró la suya y las estrechamos.

-Por cierto, no podemos ir al hospital, ¿Conoces a alguien que sepa sacar una bala?- pregunté. Hombre 2 asintió.

-Conozco a la persona perfecta.

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