15. El papel mas importante

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Bruno Denver Padre era enorme.

Esa era la única palabra que podía describirlo.

Debía medir casi dos metros de altura y su espalda y músculos eran tan grandes como él. Llevaba un traje que parecía gritar SOY RICO Y MAFIOSO, pero no llevaba muchos anillos en los dedos ni tenía dientes de oro, ¿O esos eran los raperos?

Bruno Denver Padre era calvo y estaba entrando en los sesenta años. Era la imagen viva de su hijo, tan solo que lucía más demacrado y fastidiado. Pero lo que más me sorprendía es que ambos compartían la misma cara de póker. Era imposible descifrar qué pensamientos se cruzaban por su mente mientras me miraba y me indicaba que me sentara en la silla frente a su escritorio.

Lo obedecí intentando ignorar el torbellino de emociones que giraba en mi interior.

BDP se sentó al otro lado del escritorio, entrelazó sus dedos y apoyó los codos sobre la mesa, inclinándose hacia mí.

-Sé que me juzgas- me dijo, su voz tan grave como un trombón- pero vos y yo no somos muy distintos.

-¿Que no somos distintos?- pregunté intentando contenerme- Eres un asesino.

BDP alzó las cejas con sorpresa.

-Oh, me parecía que mi hijo se estaba encargando de librarte de los cargos por el asesinato de tu padre- dijo simulando confusión- ha invertido diez mil pesos en coimas para la policía, Daniel, ha invertido su propio dinero para evitar que terminaras en la carcel. Personalmente no me hubiera importado, me ha dicho que eres duro pero tengo entre mis hombres más fuerza de la que podría desear, entenderás por qué no confío que andes libremente por mí territorio, ¿Verdad?

Apreté los labios, ¿Bruno le había dicho algo? Era obvio que tuviera sospechas sobre mí, después de todo acababa de asesinar a mi madre.

-He aprendido mi lección- dije imaginando que atravesaba una navaja en su pecho. La idea hizo que las palabras salieran casi naturales. Sabía que no lo había convencido del todo pero Bruno Denver Padre lucía casi complacido, por el momento.

-Así que en eso concordamos. Ambos somos asesinos. La única diferencia entre nosotros es que vos tienes fuerza física y yo...bueno, soy fuerte en todo lo demás, así que imagino que no pensarás traicionarme.

-He aprendido la lección- repetí como un loro y escondí mis temblorosas manos debajo de mis piernas. La ira me atravesaba los poros.

-Te daré un tiempo- comentó- si no estoy satisfecho tendré que tomar medidas más...extremas- comentó con una sonrisa de diversión.

Fruncí el ceño, confundido, ¿Qué quería decir? Quizás Bruno sabía a qué se refería.

-Haré que mi hijo se encargue de moldearte- comentó- Eres su mascota y no voy a invertir mi tiempo y el de mis hombres en explicarte cómo funcionan las cosas aquí. Que lo haga él, después de todo decidió tomarse el año sabático, que le dé algún uso práctico.

-¿A qué se refiere, señor?- pregunté comenzando a aceptar mi papel como sumiso asistente. Era clave que no me descubriera y para ello tenía que tomarme mi papel en serio.

-Él se encargará de transformarte en el mejor de mis hombres. En una mejor versión de vos mismo: despiadado, resistente y leal. Veo gran potencial en vos, muchacho, no me decepciones.

Sus palabras casi me hacían vomitar, ¿Quién se creía para darme aliento? ¿A caso creía genuinamente que me importaba lo que pensara de mí? A pesar de todo, me tragué la rabia y asentí.

-Lo haré sentirse orgulloso- prometí.

Y en ese momento, nunca me sentí más cercano a Bruno Denver Junior. Todo lo que quería era ver a ese hombre bajo tierra.

Y lo íba a conseguir.

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