6. La amenaza

1K 143 21
                                    

Desperté sintiéndome débil y mareado. Instantáneamente noté que mis manos estaban atadas a mi espalda contra el respaldo de una silla y que cada una de mis piernas se encontraba firmemente amarrada a las patas de la misma. Intenté abrir los ojos pero mis párpados se sentían demasiado pesados, como si los hubieran pegado con plásticola.

-Vanessumm...- balbuceé sin tener control de mi boca. Todo mi cuerpo pesaba, sentía como si me hubieran colgado anclas de las extremidades desde el cuello y éstas me empujaran hacia el suelo.

-¿No se pasaron con la dósis?- preguntó una voz que no pude reconocer. Sonaba lejana y distorsionada, como si estuviera escuchando desde adentro del agua- No quiero que le queden secuelas.

De pronto unas manos estuvieron sobre mi cabello y tiraron de él hacia atrás para levantar mi cabeza. Solté un quejido al sentir un tirón en mi nuca. Unos dedos en mis párpados me obligaron a abrir los ojos y al instante una luz me cegó. Me sacudí pero otra manos me sujetaron de la cabeza con fuerza obligándome a mirar hacia arriba.

-Está responiendo como se debe- dijo otra voz, ahora podía oírla con más claridad. Mis ojos todavía estaban acostumbrándose a la luz de la habitación. Pero pude ver que era un cuarto de paredes oscuras con poca iluminación. No tenía ventanas y varios hombres vestidos de traje rodeaban a la figura que se encontraba sentada en una silla a pocos centímetros de la mía- Tuvimos que darle una gran dosis considerando su fuerza física, es increíble lo rápido que su cuerpo está actuando en contra de la anestesia.

-¿Thunder? ¿Estás con nosotros?- preguntó la figura que estaba sentada frente a mí. Reconocí aquella voz: era Blue. Poco a poco mi visión se fue aclarando hasta que pude ver su rostro con claridad. No lucia enojado, ni parecía feliz de estar por cobrar su venganza por mi golpiza.

-Si- murmuré aunque sonó más como un "mms". El chico me inspeccionó el rostro, dudoso y volvió a dirigirse al hombre que estaba a mi lado.

-¿Es normal que hable como tarado?- preguntó. Cerré las manos en un puño, ojalá mi cuerpo no se sintiera tan débil, así podía librarme de estas cuerdas.

-Va a tardar un rato en encontrarse estable, pero se encuentra lo suficientemente bien como para lo que usted lo requiere.

-Bien- dijo el chico y se inclinó hacia adelante, apoyando sus brazos en sus muslos. Vestía unos jeans negros rotos, unas botas militares negras y una musculosa negra desgastada. Su cabello azul se veía opaco bajo débil luz de la habitación, lo cual le daba el aspecto de un loco. Un loco extrañamente atractivo.

Había algo en él que no podía deducir. Algo se me atraía. Quizás es porque lucía demasiado bello para ser de nuestra zona. Era como yo. Alguien sacado de la galera. O tal vez me atraían sus otros tatuajes además del de la Reina de Ajedrez. Aquí no podías hacerte un tatuaje a menos que quisieras terminar con una infección severa por mala esterilización en las agujas.

Miré sus ojos marrones fijamente. Se veían casi negros, como un túnel oscuro y misterioso. Blue se lamió el labio inferior y se enderezó.

-Thunder, campeón del club de pelea, soy Bruno Denver, hijo de Bruno Denver Padre, también conocido como el mafioso más poderoso del sur de Latinoamérica, ¿Te preguntarás qué haces aquí?

-Vas a matarme por golpearte anoche- contesté ocultando la sorpresa que sentía. El hijo de un mafioso tan poderoso...mis horas estaban contadas. Bruno sonrió descaradamente.

-Podría hacerlo Thun, pero no, yo mismo me lo busqué, ¿Sabes? Yo necesitaba verte pelear, mi padre y yo oímos mucho sobre vos y sobre tu fuerza- dijo mirando mis brazos- ¿Qué mejor que experimentarlo en carne propia?

Alzé una ceja. Era un masoquista.

-¿Así que te gusta que te golpeen?- le dije- Soltame y te dejo disfrutar un rato más- lo amenacé. Ese era uno de mis peores defectos, era demasiado orgulloso y no podía tragarme las palabras.

Blue sonrió ante mi respuesta, pero negó.

-No gracias, por ahora estoy bien pero si después lo necesito me voy a asegurar de que vuelvan a traerte- contestó. No lograba deducir si estaba bromeando o si decía la verdad, pero prefería no preguntar.

-¿Qué quieres?- insistí. Bruno acercó su silla incluso más hacia la mía, hasta que nuestras rodillas se chocaron. Él puso sus manos sobre mis muslos e intenté apartarlo pero de nuevo volvía a sentir aquella sensación tan extraña: una electricidad, una electricidad que me debilitaba. Una de sus manos se posó en mi nuca y me atrajo hacia él hasta que nuestras frentes se chocaron. No podía hacer nada, me encontraba a sus pies, indefenso como un bebé y ni siquiera se estaba esforzando.

-Quiero que te unas a nosotros- me dijo con aquella voz profunda y seria. Jadeé temiendo volver a balbucear si hablaba, ya no podía excusarme con los efectos de la anestesia.

-No- contesté y su mano en mi nuca se tensó.

-No te estoy preguntando- me dijo, todo rastro de diversión había desaparecido de su rostro.

-No pienso seguir órdenes de gente como ustedes, yo no sigo a nadie.

-Thunder, eres un chico listo e intuitivo. En este barrio, ¿Cuántas opciones hay? Yo te estoy hablando de dinero, de salir de este lugar para siempre. Solo tendrías que trabajar para mi padre, ser parte de su grupo de hombres personal, no hay mayor honor.

¿Mayor honor? Son un grupo de asesinos.

No contesté, en cambio, escupí a sus pies. Los hombres de Denver dieron un paso adelante pero el chico los detuvo. Bruno hizo una pausa y me inspeccionó, para luego dirigirse a sus hombres.

-Todos afuera- dijo, para mi sorpresa.

-Pero señor, la anestesia...- comenzó a decir el médico pero Blue levantó la mano para callarlo.

-Dije que afuera- gritó con tanta fuerza que me sobresalté. Todos los hombres salieron con rapidez y cerraron la puerta detrás de ellos.

Estábamos solos, si lo intentaba, probablemente podría soltarme y atacarlo pero...se lo veía demasiado tranquilo allí sentado, no se arriesgaría a quedarse a solas conmigo sin tener un plan de refuerzo.

-Daniel, ya te dije quien es mi padre y él no va a aceptar un no por respuesta.

Me quedé helado, ¿Como sabía mi nombre?

Por supuesto que sabe mi nombre, es un mafioso.

-No- contesté. Bruno inhaló violentamente, sus ojos brillaban con impotencia.

-¿No hay nada que pueda hacer para convencerte?- preguntó con desinterés. Negué con la cabeza- bien- dijo levantándose y dirigiéndose a la salida- tendrás que aceptar las consecuencias.

Bruno Denver salió de la habitación y al instante volvieron a entrar sus hombres. Antes de que si quiera pudiera intentar soltarme, volví a sentir la aguja contra mi cuello y a medida que volvía a perder la conciencia, me pregunté si no acaba de comentar el error más grande de mi vida.

ThunderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora