2. Hogar, deprimente hogar

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💛 Dedicado a Happy-dreamy, Corazón_De_Hielo_, LuisL8, Nicolelopezj y EliEnmanuelRodriguez 💛

Cuando por fin decidimos levantarnos, mi mamá ya había preparado el desayuno. Pude oír como nos llamaba y seguido de eso el sonido de la ducha.

- Nos consiente demasiado- comentó Vanesa mientras le alcanzaba el corpiño- piensa que voy a ablandarme con ella. No pienso ceder ante el enemigo.

Reí.

-Oh vamos, sabes que la amas- le dije acercándome para abrocharle el corpiño- Además solo lo hizo porque estás vos, si no ni siquiera desayuno- Vanesa miró mi estómago, estupefacta y le dió un fuerte puñetazo. Lo sentí como una caricia.

-Que envidia- me dijo- si no hubieras nacido con súperfuerza ahora seguro serías un fideo como todos los del curso- se burló.

-Igual te acostarías con este fideo, el cuerpo no significa el talento- alardeé. Vanesa rió.

-Al menos no eres bueno solo para dar golpes- comentó terminando de vestirse. Bufé e hice lo mismo.

Ambos vestíamos ropa de Adidas trucha, había un lugar cerca de nuestras casas que vendía solamente eso y como no éramos fans de las compras (tampoco es que pudiéramos darnos el lujo de serlo) allí era donde comprábamos la mayoría de nuestro guardarropas.

Yo llevaba un equipo deportivo negro y ella uno blanco. Me puse la capucha para ocultar mi cabello y Vanesa hizo lo mismo, en este barrio es mejor no destacar. Lo aprendí por las malas.

-Dicen los chicos que ahora los chetos volvieron a usar Adidas- se burló- se gastan como cuatro mil mangos en el mismo conjunto.

Vanesa le decía los chicos al grupo con el que se juntaba en el colegio. Eran mayores, todos habían repetido varías veces y ya tenían cuerpo de hombres. Estaba claro que luego de acostarse con alguien como yo Vanesa no iba a rebajarse a alguno de nuestros compañeros. Ellos eran el blanco perfecto, además eran bastante estúpidos, así no corríamos riesgo de que sospecharan de nosotros.

Vanesa me acompañó el en desayuno pero luego me dió un beso y se fue a las corridas de la casa para ir a despertar a su madre, que tenía un sueño demasiado profundo. Tenía que ayudarla a abrir la peluquería.

Sin Vanesa, la casa había vuelto a perder el color y me sumí en la monótona persona que solía ser a diario.

La verdad es que hace unos días me había peleado con mi madre, luego de la última vez que había discutido con Fabián y él había partido un plato a unos centímetros de su cabeza. Sabía que si yo no hubiera estado en la casa la hubiera golpeado y ese pensamiento me llenaba de cólera. Quise noquearlo de un golpe, hacía años que no le tenía miedo. A los quince ya era más alto que él y lo superaba en fuerza desde que nací, sin embargo, de pequeño mi madre había instalado su propio miedo en mí. No sé si temía que yo le hiciera algo a Fabián o que Fabián me hiciera algo a mí.

De todas maneras, cuando quise acercarme para golpearlo, ella cruzó su brazo frente a mí y me detuvo.

-Ve a hacer los deberes- me regañó como si tuviera once y comenzó a levantar los vidrios con la mano.

-Vas a cortarte- le dije respirando violentamente, no podía creer que lo estuviera defendiendo de nuevo y que encima juntara su desorden.

-Métete en tus asuntos- me contestó ella y continuó con la tarea.

Hace tres días no hablábamos.

Mi mamá no solía ser así. Durante muchos años le dió pelea a mi padre aunque sabía que luego la golpiza sería peor, pero a estas alturas se había rendido. Yo la entendía y no la juzgaba pero que ella se rindiera no significaba que yo también debía hacerlo. Si fuera por mi, ya me hubiera deshecho de Fabián yo mismo pero mi madre por algún motivo que no logro explicar no lo echa de la casa.

Dejé el desayuno por la mitad, había perdido el apetito. Aproveché que Fabián todavía dormía y me escabullí en su habitación para robarle un paquete de cigarrillos. Yo tenía, pero él además de drogadicto y estúpido era despistado, así que no le costaría creer que simplemente los perdió. La pequeña satisfacción de saber que tendría que salir a comprar otros le bastaba.

Sobre todo porque ahora el trabajaba, si se le puede llamar trabajar a robar cosas de la basura para revenderlas. Eso era lo que salía a hacer luego de reventarle la cara a golpes a mi madre. Lo descubrí un día en el que lo seguí para matarlo. Al final no lo hice, por mi madre. Di media vuelta y volví a la casa para ocuparme de ella.

Tomé mi mochila que estaba más vacía que llena, me guardé la navaja en el bolsillo trasero del pantalón y el paquete de cigarrillos en el otro. Me puse uno en la oreja mientras pasaba por la peluquería de la mamá de Vanesa. A ella no le gustaba que fumara así que evitaba hacerlo delante de ella.

El barrio no había cambiado desde que tengo memoria. Bueno, en realidad si, hace unos meses habían intentado hacer uno de esos proyectos para "reurbanizar la villa" pavimentando las calles de tierra. A las dos semanas cancelaron el proyecto porque la gente se robaba los materiales.

No sabía mucho de política pero si sabía una cosa: necesitamos trabajo, no calles nuevas. Así que ahora mi calle estaba pavimentada en un segmento y luego seguía su curso como camino de tierra.

Cuando estuve lo suficientemente lejos me quité el cigarrillo de la oreja y me lo acabe en el recorrido hacia el colegio.

Miré la triste estructura que intentaba ser un colegio secundario. Los chicos estaban fumando porro en la esquina, no parecían tener intenciones de entrar.

Me hicieron una seña para que me acercara pero los ignoré.

Podía ser alcoholico y adicto a los cigarrillos pero nunca sería un drogadicto.

Nunca sería como mi padre.

ThunderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora