Jacob Harper anhela ser feliz, pero debe lidiar con su segundo enamoramiento hacia un chico, que es nuevo en el suburbio. También, él tendrá que aprender a aceptar el hermoso y trágico pasado para intentar resistir ataques de pánico; causados por al...
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Poco a poco el sol se ocultaba, pero, a su misma vez, la brillante luna salía a iluminar todo el alrededor, así como sale el amor a iluminar las almas que no lo poseen, y aunque tal vez esas almas parezcan ser oscuras, siempre tendrán su luna brillando, un brillo que solo pocas de esas oscuridades pueden poseer, es el brillo del amor, que a veces puede esconderse detrás de una oscuridad que a simple vista no puede comprenderse, pero, que siempre estará ahí.
El día jueves por la noche, Jacob subió a su dormitorio estando enojado y muy triste, se sentía mal, había tenido dos discusiones el mismo día y ambas fueron con personas muy importantes para él. Solo tomó su almohada y dejó salir el llanto, mientras sentía que todo a su alrededor se volvía a opacar.
Al día siguiente, viernes por la mañana, la Sra. Harper desde la cocina lo llamaba a gritos porque debía ir a la secundaria. Minutos después, Jacob despertó, fue al baño, cepilló sus dientes y tomó una ducha rápida, luego salió dirigiéndose a su armario. Se colocó una camisa blanca manga larga y un pantalón azul oscuro, resumidamente su típico uniforme acompañado por un calzado blanco. Después de vestirse, solo guardó su teléfono, tomó su bolso y bajó a la cocina.
—¿Cómo amaneces? —preguntó la Sra. Harper, mientras se acercaba a darle un beso en la mejilla.
— ¿Ah? Estoy bien, ya me voy —contestó él desinteresado evitando el beso de su madre.
—Espera, ¿no desayunarás?
—Llevo dinero en mi bolso, puedo comer algo en el camino.
—No saldrás de esta casa sin antes comer —impuso ella enfadada—. Al menos bebe un poco de café, para que tengas energía.
—No, gracias, mamá —respondió el joven castaño, mientras tomaba las llaves de la casa y se dirigía a la puerta—. Adiós.
Cuando Jacob salió de la casa, su madre quedó dando gritos de enojo, él solo ignoró todo eso y embarcó su camino hacia la secundaria, mientras realizaba la rutina de ejercicios mentales que hacía siempre, verle el lado bueno a todo. Luego de comer unas empanadas de queso en el camino, llegó a la secundaria y necesitaba ir al baño para lavarse las manos antes de entrar a la primera clase. Aún era temprano, como las seis y cuarenta de la mañana, había pocos alumnos. En cuanto entró al baño, Jacob fue hasta el lavamanos, y en ese justo momento, escuchó algunos llantos. Él se acercó lentamente, pudo distinguir la clara y masculina voz de Garry.
—Soy un asco —expresó el rubio entre sollozos—. Todos me lo dijeron, aún me lo dicen, intento estar bien con todos, pero, a pesar de intentarlo mil veces, todavía siento que no encajo en ningún lugar a donde voy, me mudé a este suburbio porque quería que al menos mis compañeros de clase me quisieran tal y como soy.
En ese momento, Jacob resbaló con un charco de agua y provocó un gran ruido que lo obligó a huir de ahí. Corría por los pasillos de la secundaria, hasta que de pronto, alguien lo haló del brazo, era Marie, ella se acercó a él y lo abrazó.