Capítulo 17 | Inocente regresión

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Intentamos no caer, no fallar en el intento, creemos que podremos olvidar, dejar nuestro pasado atrás, pero, nada de eso pasará si no aceptamos lo que en algún momento nos llegó a pasar

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Intentamos no caer, no fallar en el intento, creemos que podremos olvidar, dejar nuestro pasado atrás, pero, nada de eso pasará si no aceptamos lo que en algún momento nos llegó a pasar. Deberemos regresar, nuestra mente nos transportará, sí, nos llevará a aquellos días donde inocentemente llegamos a amar, aquellos días donde sucedió lo que hoy no queremos aceptar.

Jacob Harper, un pequeño y castaño niño de seis años que vivía en un suburbio llamado Rainbluew. Todas las tardes, él solía ir a la casa de su prima, Ashley, quien vivía en un suburbio vecino al otro lado de la ciudad. Jacob era un niño inocentemente feliz, amaba la vida en todos los aspectos posibles. Él siempre usaba un suéter azul, el cual arremangaba hasta sus codos, también brincaba de un lado para otro cuando jugaba con su prima, quien era cinco años mayor que él.

Pero nada fue eterno, los años pasaron, Jacob cumplió ocho años. Él ya no iba tan seguido para la casa de Ashley, ella había comenzado la secundaria y siempre se la pasaba estudiando. Los días en la vida de Jacob pasaron de ser divertidos a ser muy aburridos, no tenía a nadie con quien jugar, tampoco tenía amigos cercanos, en la primaria casi todos eran muy malos con él.

Uno de esos días, cuando Jacob salía al jardín de su casa para jugar, vio que unas personas se estaban mudando del otro lado de la calle. Los ojitos café del castaño se iluminaron al ver que entre esas personas había un niño. Un niño que quizás de ahora en adelante podría llegar a ser su amigo.

«¿Cómo le hablaré?», pensó Jacob.

Pasaron algunos días más, Jacob salió nuevamente al jardín para jugar con sus autos de juguete, era la única compañía que tenía. De pronto, vio que del otro lado de la calle, en el jardín de la casa color turquesa, estaba aquel desconocido niño jugando con un balón, el mismo niño que se había mudado hace algunos días atrás. Pero, Jacob era muy tímido para ir a saludarlo, así que solo se quedó en el jardín de su casa mientras lo observaba desde lejos.

Estaba embobado viendo al niño, hasta que inesperadamente, el desconocido pateó tan fuerte el balón que aterrizó en el jardín de la casa de Jacob. El pequeño castaño no sabía qué hacer, pudo observar como el niño se acercaba a su casa para pedir el balón de vuelta. Jacob se notaba muy nervioso, se escondió detrás de un arbusto de rosas.

­—¡Buenas tardes! —exclamó la aguda voz del desconocido y rubio niño, quien estaba detrás de la cerca del jardín de Jacob—. Niño, ¿puedes pasarme mi balón? —Vislumbraba a Jacob, quien seguía detrás del arbusto de rosas.

—Eh... ¡hola! —Jacob salía del arbusto, desbordando timidez—. Eh... sí, ya te lo paso —agregó, recogiendo el balón del suelo, y se lo entregó al niño.

—Gracias —finalizó el pequeño rubio, con el balón en sus manos, entonces se dio la vuelta para irse.

—Oye... ¿cómo te llamas? —curioseó Jacob, convocando, de nuevo, la atención del niño.

Diversos tonos azules | Primer libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora