Capítulo 11 | Sentimientos neutros

2.2K 276 85
                                    

Al igual que las piedras preciosas, el amor posee un gran valor, pero, si lo obtenemos, inconscientemente no lo valoramos hasta que lo perdemos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al igual que las piedras preciosas, el amor posee un gran valor, pero, si lo obtenemos, inconscientemente no lo valoramos hasta que lo perdemos. Debemos aprender a valorarlo, aprender a valorar cada especie de amor que alguien nos ofrece y jamás dejar ir a ninguno por causa de otro, porque si no, eso provocará que nuestros sentimientos se tornen neutros.

Era sábado por la noche, al principio, Jacob pensó que no estaría mucho tiempo en la calle con su pie atascado y lastimado, pero, así fue, habían pasado casi cuatro horas. La noche se volvía cada vez más oscura, eran aproximadamente las nueve. Un líquido corría por su pie atascado, él con su mano lo tocó, dicho líquido era sangre, tenía una gran herida y sin darse cuenta se estaba desangrando lentamente.

Jacob perdió todas las esperanzas de lograr salir de ahí, simplemente no podía hacer nada y su teléfono se había descargado a causa de que lo había usado todo el día. En ese momento, se acercaba un resplandeciente foco de luz, él estaba casi desmayado, lo único que logró ver fue aquella brillante luz. Posteriormente, alguien se bajó de lo que sería un auto y ayudó a Jacob, luego el joven castaño perdió la razón.

La mañana siguiente sería domingo, al despertar, Jacob se dio cuenta de que estaba en un dormitorio algo pequeño y muy intelectual, pudo ver algunos libros de estudio sobre un estante. El joven castaño se preguntaba que hacia allí, él se daba por muerto. De pronto, alguien entró al dormitorio, era una rubia señora, quien venía a traerle lo que sería el desayuno.

—Buen día, querido —dijo aquella desconocida señora—. ¿Cómo te sientes? —preguntó.

—Eh... buen día, me siento bien, gracias. —Se sentó en la cama mostrando un poco de dolor al mover su pie lastimado—. ¿Le puedo hacer una pregunta?

—Sí, por supuesto.

—Eh... ¿dónde estoy? ¿Quién es usted? ¿Cómo llegué a este lugar?

—Bueno, querido Jacob, para empezar, ayer iba en mi auto junto con mi hijo, cuando de pronto, vi a alguien en plena carretera, yo pegué un grito al cielo, pero, mi hijo me dijo que conocía a esa persona, así que él se bajó del auto y te levantó de allí. Después yo conduje, mientras que él vendaba tu herida con un paño. Ya estando aquí, llamamos a un doctor y curó tu herida, evitando que te desangraras más. Pero, no ha sido tan grave, podrás caminar en unas cuantas horas.

—¿Mi madre lo sabe? —preguntó preocupado.

—Sí, por supuesto. Mi hijo le escribió un mensaje, luego de buscar el número en tu teléfono.

—Eh... ¿en serio? ¿Y quién es su hijo?

—Sí, mi hijo... por cierto, estás en su dormitorio, el dormitorio de Garry —contestó ella naturalmente.

«¿¡El dormitorio de quién!?», pensó Jacob impactado.

—¿El... el dormitorio de Garry? —tartamudeó.

Diversos tonos azules | Primer libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora