Capítulo 29

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~Helena~

– P-pero...– Intentó argumentar la chica.

La apreté un poco más fuerte, alzando un poco el pulso, firme.

Ella quejó nuevamente así que la ignoré y procedí.

– No lo repetiré. Obedece. – Dije tan severamente como pude.

Ella quejó nuevamente y acató mi orden.

Tras ayudar a levantar a Rossie, la hice poner frente a ella, aún tomándola firmemente de la oreja.

Ella se había quitado la cinta de la boca y tenía marcas de labial, pues la habían besado también a la fuerza.

Ella la miró, terminando de perder la dignidad con unos ojos brillantes de humedad y una voz temblorosa, para luego proponerle:

– Disculpa... Puedo compensarlo, pero por favor, pídele que me suelte.

Rossie me miró, extrañada, como si no hubiera considerado que yo sólo hacía esto por ella.

Le sonreí.

– Ella tiene el poder para detener ésto, cierto, si fuera ella la castigada, pero ella no fue la que hizo mal.

La solté y la tomé ágilmente del brazo, por sobre el codo.

– Por favor...– Pidió, totalmente a mi merced.– No me lastimes, yo...

– No voy a lastimarte.

– ¿Ah no?– Preguntó, extrañada.

– Lo haré yo.– Dijo Victoria, recargada en la puerta, saludando con amabilidad.

Su cara se coloreó y procedió a intentar irse, a lo que la mantuve en el lugar.

– Quieta.– Ordené

– ¡No pueden hacer eso! ¡Mi madre...

– Ya hablé con tu madre, pequeña... Buena amiga mía, conocida abogada que ganó un caso hace mucho con ayuda de mi esposo... Como no vamos a presentar cargos por la estupidez de tu padre al llevarse a Rossie a un paseo poco agradable, decidí que alguien debe encargarse un poco de tu disciplina. ¡Y no hay nadie mejor para eso que yo! ¡Te lo aseguro!

La chica puso un puchero, aguantando las ganas de lloriquear. No la culpo, Victoria da miedo en su faceta de Spanker profesional.

– Simplemente quería divertirme con ella... Usualmente no les hago nada malo a las chicas, s-simplemente...– Intentó excusarse.

– No cabes tu tumba, te lo advierto. – Cortó Victoria, ahora severa.

Ah esa frase es de mi Rossie...

Dely se asomó y me dió una mirada que expedía apoyo.

Y a continuación, ya que mi pequeña seguía en el lugar, aún conmocionada y con la respiración agitada, le llamé la atención.

– Dulzura...– Llamé, para que enseguida me viese con sus grandes ojos, haciéndome sonreír. – Sal, por favor, ve con Dely y espérame con la señora Martina, dijo que te tenía algo rico y ya que es hora del almuerzo, no quiero que te quedes sin comer.

Sonrió.

– Sí, Helena... Oh! Un momentito.– De acerco y me dió un inocente, casto y suave beso en los labios.– Te amo.

– También te amo, pero ve a comer.

Asintió, pero se quedó viendo a la chica, dubitativa.

– Tía Vicky...– Llamó.

[PAUSADA Y EN MUDANZA] Maestra... ¿Todo bien?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora