El vacío, la amistad y la promesa.

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La cabeza me duele, siento una fuerte presión sobre mi cabeza que me hace pensar que con cualquier cosa hará explosión

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La cabeza me duele, siento una fuerte presión sobre mi cabeza que me hace pensar que con cualquier cosa hará explosión. Mierda, no recuerdo nada, ¿cómo carajo pasó esto?

En mi nariz se instala un aroma peculiar. Es un leve perfume masculino que me resulta familiar, pero no logro recordar de quién es.

Abro mis ojos y me sorprendo al ver que no me encuentro en mi habitación, sino en la de alguien más. Me acomodo con cuidado, sentándome en la cama en la que me encuentro. Siento un poco de frío en mis piernas. Levanto el cobertor que me cubre. Oh, no. Mi pantalón ha desaparecido, en su lugar tengo puestos unos shorts. ¡¿Qué ha pasado aquí?! ¿Por qué no recuerdo nada?

Oh vamos, sólo un más. Esas palabras resuenan en mi cabeza. Y a mí llega una escena bastante confusa de mí misma cantando a todo pulmón la canción de Frozen: "Let it go". Y no sólo eso, sino que tambi

Me cubro la cara de la vergüenza, aunque nadie me puede ver realmente. Pero aún tengo una duda, ¿en dónde estoy y cómo llegué aquí?

Me levanto y la sensación que tengo es una de dolor, me duelen horriblemente las piernas... ¿fue por bailar? ¿Por la clase de deportes? o ¿Acaso yo...? No, no sería capaz. Alejo esos pensamientos de mi mente.

Pongo todo mi esfuerzo y me acerco hasta una ventana, hago a un lado la cortina color azul para poderme asomar. Estoy en el colegio, de eso no tengo duda ahora, ya que puedo ver a algunos chicos en una jardinera, pero no precisamente en el edificio de chicas. ¿Estaré en la habitación de Matt? No... ya he ido a su habitación, para empezar, hay dos camas, y en segunda su habitación está en el tercer piso, no en la planta baja.

Regreso a la cama en donde me encontraba hace unos minutos y quedo en shock al ver una mancha roja sobre las sábanas, para mi jodida suerte son blancas. ¡Esto no me puede pasar a mí! Sólo para confirmar, toco la parte trasera del short que traigo puesto y siento humedad en él y para colmo está al revés.

—Mierda —farfullo, me acerco nuevamente a la cama y quito las sábanas de ahí. Quizá el dueño de este cuarto no note que le falten sábanas.

Tal vez si le llamo a Daniel él quiera ayudarme. A pesar de nuestra pelea del otro día no creo que sea capaz de dejarme así.

A todo esto ¿y mi teléfono? ¡¿Por qué tuve que tomar tanto?! No recuerdo nada.

Voy al suelo y me abrazo de mis piernas, recargando mi espalda con la cama, como si fuera una niña asustada en una noche de tormenta. La punzada de mi cabeza no se ha ido. Y, peor aún se aloja en mí el terrible efecto de tomar tanto, la resaca, viene muy bien acompañada con su buen amigo vómito.

Quiero ir al baño y desechar todo el alcohol que he ingerido, pero no me puedo arriesgar a que alguien de los chicos me vea, o peor aún que me vea un supervisor...

Las ganas de vomitar se hacen más fuertes, por lo que busco cualquier superficie en la que lo pueda expulsar. Tomo un bote de basura que se encuentra a mí izquierda y dejo que salga todo.

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