El lugar donde se celebraba el banquete no era grande, era descomunalmente enorme. Pocas veces había una sala tan gigantesca, medía más de tres estadios. El suelo era una placa de algún cristal que podía soportar demasiado peso porque debajo había un acuario. Los animales más extraños que jamás vi nadaban bajo mis pies, la mayoría brillaba como si quisieran burlar al fuego de los candelabros y cosecharan su propia luz, muchos tenían afilados dientes o incontables ojos negros y planos.
Había un rincón que era donde los nobles bailaban alegremente con sus opulentos trajes y sus sonrisas tan amplias que ninguna mascara podría encubrir. Luego mesas extensas con bocadillos en el centro sur de la estancia y otras mesas o sillones donde podían sentarse y charlar. La comida me hizo recordar lo hambriento que estaba, en un momento como ese me hubiera comido hasta los panecillos que me ofrecieron los hijacks.
Los ventanales iban de lo más alto del techo al ras del suelo. Las paredes eran de alabastro y las columnas que sostenían el techo, unos cincuenta metros por encima de mi cabeza, eran de turmalina de todos los colores. La luz de miles de velas dejaba la instancia clara y hacía que las columnas proyectaran hermosas luces sobre el acuario. En un rincón había una banda de lo que tal vez ahí llamaran músicos pero se oía como una gato muriéndose o Izaro hablando.
Incluso contaba con todo tipo de entretenimientos, varias ventanas estaban abiertas y desembocaban al patio repleto de titiriteros, acróbatas, flautistas, malabaristas, domadores, contorsionistas y tamborileros.
Finca y Ofelia estaban a mí lado. Ellas se dirigieron a una pequeña puerta que estaba escondida detrás del telón de una cortina como si quisiera ocultar algo indecoroso. Esa puerta era para los sirvientes y era una de las muchas que descendía a la cocina. Me dieron una bandeja con aperitivos y me mandaron arriba. Tiznado zumbaba de un lado a otro, supervisando a todo el mundo, profiriendo órdenes y jurando amenazas con tal de que la coronación marchara a la perfección.
Comencé a repartir entre los invitados los bocadillos mientras buscaba al rey y mis amigos. Pero no vi ningún trono ni nada. Ofelia llevaba una jarra de vino o algo oscuro que emborrachaba a las personas y era pegajoso como la miel.
Por una parte era relajante servir comida, mi experiencia con los bailes se reducía a los bailes de fin de curso en los cuales no tenía nada de experiencia, yo era de los que ninguna chica aceptaba su invitación para bailar y terminaba en un rincón fingiendo interés por el ponche y los aperitivos para hacer algo y no quedarse parado como idiota. A veces si la fiesta estaba muy prendida era de los que creaba una fila de conga de uno. Así que ser invisible en esa fiesta no fue nada de otro mundo. Lo único nuevo fue Finca.
—¿A quién buscas? Lo único activo de tu cuerpo deben ser tus manos y tus pies. No sé si es diferente de dónde vienes pero tus ojos deben moverse tanto como tu lengua.
—A veces suelo ser un charlatán locuaz —respondí extendiendo una bandeja y dirigiendo mis ojos hacia las profundidades del acuario, al menos nos daban una buena vista, habían plantas coloridas y espumosas en el agua—. Estoy buscando al rey —farfullé—. Ayúdame a encontrarlo.
—¿Escuche bien? —preguntó levantando un poco su mirada y lanzándome una breve inspección para ver que no estaba bromeando. Aun así no parecía tan asustada con mi petición como si las sorpresas no pudieran agitar su abandonado corazón.
Era rara y estar con ella sobre un acuario, en un mundo lejano, no lo volvía más normal.
—¿Quieres mantener mi boca cerrada?
—Tu boca tiene unas ambiciones muy inusuales.
El silenció volvió a prevalecer en nosotros pero pude ver que hacía lo que le pedí porque cada algunos momentos observaba los presentes, buscándolo. Al menos ella sabía cómo se veía Nisán ya que servía a su hermana pero yo no tenía ni idea. Estaba buscando un trono, un hombre disgustado con corona y cara de amargado o tal vez alguien con no sé... alguien que grite «Soy el rey y está es mi fiesta parranderos y por cierto me dan miedo las arañas». Algo como eso me hubiera caído de maravilla.
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El futuro perdido de Jonás Brown [2]
FantasyLos trotamundos son una raza de humanos capaz de abrir puertas a otros mundos, cerrarlas e incluso crearlas. Viven entre las sombras como nómades a causa de que una organización llamada La Sociedad los caza si tienen la capacidad de cerrar portales...