No preguntes si no quieres oír la respuesta

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Por mis vendas poco aseadas no me dejaron tocar nada de la habitación como si pudiera contagiar mis heridas. Tiznado incluso dudo de permitirle a Sobe ayudar en la limpieza porque al parecer la cojera dejaba mancha y cuando el noble entrara en su habitación lo notaría y exclamaría molesto: «¡Demonios, alguien con cojera acojinó mi almohada!»

Nos dio herramientas de limpieza, un puñado de bruscas órdenes y se marchó apresurado.

Así que me limité a observar como Sobe trapeaba, Miles cambiaba las sábanas de una cama matrimonial con dosel y Dante limpiaba los cristales del gran ventanal que iluminaba de proyecciones la habitación.

Había comenzado a hurgar en las pertenencias de los huéspedes por si encontraba algo de importancia pero nada más vi muchas cartas, unos regalos que tenían listos en la punta de la cama y mucha ropa lujosa de seda y raso. Deseé que mi madre estuviera allí, si había algo de importancia ella lo encontraría, era como el Google maps de las habitaciones.

Les había parecido una buena idea husmear, en especial Sobe que estaba cansado de Babilon «Fíjate si encuentras algo bonito y llévatelo así como Steve Jobs se llevó la idea de Apple» sugirió pero Dante fue más útil y agregó «Mejor fíjate si encuentras algo que nos ayude en nuestra misión como un diario que hable del rey o no sé... algo»

Terminamos con esa habitación y pasamos a la siguiente.

Sobe estaba sudando del cansancio y el cabello el empapaba los hombros, se secó el sudor con una de las almohadas lujosas y peinó su cabello con un cepillo que encontró por ahí mientras yo estaba revisando un baúl.

—Esta debe ser la misión en cubierta más densa que tuve hasta ahora, por no decir aburrida.

—Todavía no termina —respondí mientras extraía del baúl una falda de encaje.

—Me corrijo, que tendré en toda mi vida.

De repente sentí algo en el fondo del baúl. Mis dedos se paralizaron al tocarlo, era frío y duro. Un año atrás hubiera tenido que ver el objeto para identificarlo pero ahora sólo me bastaba acariciarlo con la punta de mis dedos. Cerré mi puño alrededor del arma y la revelé ante mis amigos. Era una pistola. No podía creerlo.

—Guau.

Todos se voltearon repentinamente, excepto Miles que no había oído nada y continuaba tendiendo la cama con aire aburrido, mascando los dulces que debería colocar sobre las almohadas. Dante abandonó la cubeta de agua y la franela con la que limpiaba los cristales mientras se aproximaba a nosotros.

—Jonás ¿sabes lo que eso significa? —preguntó con suspicacia en la mirada como si tratara de persuadirme que no jalara el gatillo.

—Sí, aquí también fabrican de estas.

—Cerca pero no —dijo Sobe palmeando a Miles para que prestara atención—. Esto significa que viene de nuestro mundo. Fue fabricada allí. Es de un colonizador. Esta habitación pertenece a un colonizador infiltrado, esos tipos de Gartet que se colocan en cargos altos cuando derrotan a un mundo.

Miles observó la pistola, frunció su labio y luego sus ojos se iluminaron. Comprendió rápidamente lo que dijo Sobe aunque no lo había escuchado, que todos lo pillaran rápido menos yo me hizo sentir estúpido.

—ME ALEGRO DE HABER ESCUPIDO EN TODA SU LICORERA.

Sobe retrocedió un par de pasos.

—¡Yo bebí de su licorera!

Al momento que Sobe le exigía que señalara las botellas infectadas, Dante se acercó con pasos cautelosos al arma. Me la sacó cuidadosamente de las manos como si fuera una bomba y pudiera estallar. Era un revólver magnum, me lo habían enseñado en las pocas clases que estuve en el Triángulo. Era un arma eficaz porque podías ocultarla con facilidad. Dante la agarró por la empañadura y con un movimiento veloz la dejó sin balas. Éstas repiquetearon sordamente en la alfombra para que luego Dante se las guardara con parsimonia en el bolsillo. Hurgué más en el baúl y encontré una caja con municiones, la sacudí y el sonido metálico de balas me contestó una afirmativa. Estaba llena. Oculté la caja en mi pantalón y Dante sonrió.

El futuro perdido de Jonás Brown [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora