Me gano otra cicatriz, debería coleccionarlas

245 51 44
                                    


Pero qué violento. Lo que Dante había dicho era una verdadera bomba, aun más alucinante que aquella vez cuando me enteré que al pantalón se le decía así porque iba de la panza al talón.

¿Un infiltrado del Triangulo infiltrándose en Babilon? No podía terminar de dicidir si nuestra suerte era muy buena o muy mala. Rápidamente me vino como un fogonazo el recuerdo de la mañana antes de zarpar para la isla. El libro que hablaba de la ubicación de los sanctus tenía una hoja garabateada y era donde aparecía el nombre de Babilon. Al principio no le di importancia pero en ese momento resultaba sospechoso. Babilon no era un mundo conocido, casi no era visitado por trotadores, me pregunté si todos los libros que estaban en la biblioteca y hablaban de ese pasaje estarían saboteados para que nadie pudiera conocerlo jamás.

Si así era el trotamundos no tenía vida y estaba vigilándome lo suficiente para saber que yo iba a agarrar ese libro o no tenía vida de todos modos y se había pasado horas leyendo todos los documentos de la biblioteca y destruyendo cada página con la mención de ese portal. Aunque no lograba atinar cómo había averiguado que yo necesitaba ese pasaje, o por qué estaba ahí o por qué no querían que supieran que él estaba ahí.

Estaba tan confundido que me costaba concentrarme. Ordené mis ideas. Habíamos encontrado en una habitación papeles que mostraban pertenecer a un soldado de Gartet, sabíamos que uno de los trotadores del Triángulo pertenecía a Gartet o al enterarse de la guerra le había gustado su política y se había metido, habíamos encontrado el uniforme de la isla en la misma habitación. Alguien había querido matar a Adán. Bien, atraparíamos al bastardo.

Sobe refunfuñó que se estaba perdiendo de todo lo divertido.

Dante antes de marcharse nos dijo apresuradamente que Walton les dio el dato pero nos ordenó que nos alejáramos y nos mantuviéramos lejos de problema y de la habitación. Disidimos en menos de un segundo que eso era imposible, no podíamos quedarnos con la duda de quién era el espía y dejarlo ir si lo teníamos cerca. No importaba si peligraba nuestra vida, debíamos descubrirlo y delatarlo cuando llegáramos al Triángulo. Ideamos velozmente un plan al momento que regresaron.

—Dejémosle una nota —solté rápidamente cuando Dante y Miles llenaron tanto sus bandejas que formaron una pirámide, la gente de alrededor ya los miraba raro, tenían que irse rápidamente—. Firmémosla en nombre de Morbock y fijemos un punto de encuentro.

—Ya es bien entrada la madrugada —informó Dante.

—Bueno, contacta la cita para la tarde —dije tomando un tenedor y puliéndolo debajo del agua—. Para la tercera hora después del mediodía, nos encontraremos en la sala donde guardan los manteles — la había visto de pasada al pasar por allí, estaba cerca del salón —no importa el trabajo que tengamos, todos liberémonos a esa hora ¿Hecho?

—Es una cita señor Brown —añadió Sobe con su sonrisa torcida.

—¿LES DECIMOS A LAS CHICAS? —Inquirió Miles lo más discreto que pudo lo cual fue a gritos.

A Dante le dio un tic en el ojo.

—Na —exclamó Sobe sin preocuparse ni por los gritos ni por la idea de un espía—. Solos nos dirían que escuchemos a Walton, además si algo sale mal ellas nos sacaran de apuros.

—Sí pero nos regañarán y nos lo recordarán todo el viaje —opiné—. Además, no quiero ver a Berenice enojada.

—Pero si Berenice siempre está enojada —insistió Sobe.

—Yo haré la carta. Trataré de escabullirme ahora —susurró Dante con aire enfermo, parecía a punto de vomitar—Oh, tendré que falsificar cartas, es en contra de las reglas. Oh, eso es ilegal. Haré algo ilegal. Mis padres van a matarme.

El futuro perdido de Jonás Brown [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora