El hijack también se puso de pie, su hermana permanecía detrás como si fuera un catatónico o tal vez porque ya no tenía articulaciones unidas que mover. Los ojos de la mujer se encendieron codiciosos.
—No sabía que tenía al mayor enemigo de Gartet aquí, pero eso explica muchas cosas —distraídamente negó con la cabeza como si se reprendiera a ella misma por ser tan despistada, se alisó los pliegues del vestido y continuó.
«Vaya ahora sí que estamos perdidos» Pensé. Miles miró al suelo con vergüenza.
—En ese caso nadie se marcha de aquí, supongo que uno de ustedes es William Payne, escuché que era un muchacho de rasgos precarios, con pocos modales y arrogante —se volvió hacia Sobe—. Te calza perfecto el nombre ¿o no querido?
—Te olvidaste tremendamente listo —añadió cerrando los puños como si comprimiera un montón de palabras groseras.
Conduje mis ojos hacia la puerta, el lugar por el que había accedido era la única salida y estaba bloqueada de catatónicos. No sabía en qué momento habían venido pero estaban allí atestando con su presencia el umbral.
—Vaya, qué emocionante, es como una obra de teatro donde la trama traza un giro inesperado —frotó ansiosa sus manos—. Hermana —pronunció la mujer—, ve a la ciudadela y dile a Morbock u otro, lo que tenemos. Asegúrate de que escuche bien la parte tenemos. Llévate contigo algunas de mis criaturas, quiero que corras, cambia de cuerpo las veces que sean necesarias pero llega rápido.
El hombre asintió pero lo único que logró fue quebrar su cuello hacia abajo. Hubo un crujido. El hueso de su clavícula se expuso como si se tratara de un juego de dominó en donde una pieza descolocaba otra. Debajo de la levita se veía un bulto puntiagudo que era el hueso astillado. La tela se empapó de sangre. Desvíe la mirada y el resto hizo lo mismo, exepto Sobe:
—Ya que no estamos fingiendo puedo decirlo de una vez —respiro aire profundamente—. ¡Me dan asco! ¡Tanto asco como la leche cuajada, los gusanos, la geometría y la forma en que los chicos tratan a Taylor Swift!
La hijack se encogió de hombros con indiferencia, el otro se había ido.
Los catatónicos estaban en la entrada. No podíamos salir por allí, tampoco podíamos romper las ventanas y escapar ya que el hijack sería más rápido que nosotros. Tamborileé mis dedos contra la mesa buscando a la desesperada una salida. Observé con añoranza el frasco repleto de polvo y viento de Otirg. Estaba muy elevado en una repisa a un lado del vestido de novia.
Sobe y Dante no dejaban de mirarse. Miles estaba cabizbajo por haber metido la pata al decir mi nombre, se veía totalmente abrumado y confuso ya que él no sabía que Gartet me quería por mi habilidad. Berenice continuaba igual de hermética y Petra acariciaba sus brazaletes con desgana, sabiendo que no le servirían.
—A decir verdad —exclamó la mujer indicándonos que tomemos asiento y lo hicimos al escuchar que los catatónicos avanzaban un paso—, todo salió a pedir de boca. Tendré mi reconocimiento por darle a Gartet los dos trotamundos que más buscaba, saldré de este horrible bosque y además podré divertirme con mi nuevo cuerpo. Ven preciosa acércate un paso. Quiero que empecemos.
Berenice negó ligeramente con la cabeza.
—No, no lo haré. Púdrete.
—Anda, por favor.
—Está bien —accedió encogiéndose de hombros y sonriendo como si de repente recordara algo gracioso. Berenice estaba sonriendo. Berenice sonriendo. Sin duda no era ella.
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El futuro perdido de Jonás Brown [2]
FantasyLos trotamundos son una raza de humanos capaz de abrir puertas a otros mundos, cerrarlas e incluso crearlas. Viven entre las sombras como nómades a causa de que una organización llamada La Sociedad los caza si tienen la capacidad de cerrar portales...