Te quiero

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Capítulo 27

Elisabeth

Lydia no deja de remover su café, lleva al menos unos 5 minutos haciéndolo, y parte del contenido del mismo ha caído en la mesa.

Su mente parece estar en otro lugar, y no en la cafetería que tanto le gusta ni en la conversación que estamos manteniendo. Así que suspiro y me animo a preguntarle que es lo que le ocurre.

—¿Qué pasa Lydia? Como sigas removiendo así el café terminará por no quedarte nada en la taza— señalo su café y esta se da cuenta de los estragos que está causando y se detiene.

Su mano va hasta su rostro y comienza a frotarlo confusa.

—Debo de contarte algo Beth— su rostro muestra preocupación y por un momento me asusto.

—Alan me llamó hace unos días, y hemos hablado, desde entonces— Lydia me mira asustada y yo no puedo hacer otra cosa que sonreír.

— ¿Por qué me miras así? Espera, ¿a caso piensa que me molesta?

Ella asiente y yo no puedo evitar suspirar.

—Por favor Lydia, sabes que no me molestaría que hablases con Alan, es más, creo que ambos debéis de aclarar muchas cosas— llevo la taza hasta mis labios y doy otro sorbo al café.

—Bien, me alegro de que no te moleste...— Lydia parece relajarse pero su mirada sigue sobre mí— y tu, ¿no tienes nada que contarme?

Suspiro.

—Visité a Michael en su restaurante, hace unos días, para llevarle mi trabajo...

—¿Y no pasó nada? — sus cejas suben y bajan y yo termino por reírme.

—No Lydia, no pasó nada, tan sólo hablamos de lo de siempre, nada más...

Ella deja el tema ahí y comienza a hablar sobre algunas de sus compañeras de clase, y de lo idiotizadas que parecen estar por el nuevo profesor.

**

Cuando abro la puerta de mi habitación un pequeño sobre descansa en el suelo ganándose toda mi atención. Me agacho a recogerlo y veo que está escrito mi nombre, con una letra que me resulta bastante bonita.

Salgo fuera de la habitación y miro hacia todos lados, pero no veo a nadie. Abro el sobre y dentro hay un folio. Cuando lo desdoblo me quedo casi sin aire, es una carta, de Michael.

Hola Elisabeth

Durante todo este tiempo que no te tengo a mi lado no dejo de darle vueltas a una cosa: lo mucho que me haces falta.

Se que no hice las cosas bien en su momento, que rompí todo aquello que tenías estructurado en tu mente, que puse tu mundo patas arriba, pero es que tu hiciste lo mismo conmigo. Durante toda mi vida he aprendido a no confiar en nadie que no fuese yo mismo, a centrarme únicamente en mi carrera profesional, y a no pensar en nada más.

Pero entonces llegaste tu, con tus preguntas, con tu personalidad esquemática, con tus ideas revolucionarias, y me enloqueciste. Empecé a dudar Elisabeth, a dudar de todo lo que me rodeaba, a plantearme si realmente me merecía la oportunidad de hacer realidad mis sueños, y de sobre todo, abrirle mi corazón a alguien.

Y lo hice, lo dejé todo atrás y me propuse en luchar por aquello que llevaba años deseando, decidí conocer a alguien que estaba completamente alejada de este mundo, y dios mío no me arrepiento de ello.

Rompiendo tus códigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora