Recomiendo leer el capítulo con esta canción de fondo
Capítulo 29
Michael
Mi madre pasa la fuente de ensalada a Elisabeth y esta le sonríe. Mis hermanas están enfrascadas contando algunas cosas que pasaron en el colegio y mi madre y Elisabeth las escuchan interesadas, dando de vez en cuando su opinión.
Mi mano busca la mano de Elisabeth debajo de la mesa y cuando la encuentra le da un suave apretón. Elisabeth deja de mirar a mis hermanas y me mira a mi. Ambos sonreímos y yo no puedo evitar acercarme y depositar un pequeño beso en sus labios.
— PUAAAAJJJ, que asco, dejad de hacer esas cosas— dice Bianca, mi hermana pequeña.
Yo sonrío y vuelvo a besar a Elisabeth haciendo así que mi hermana vuelva a quejarse.
Mi madre me golpea con la servilleta.
—Michael, deja de molestar a tu hermana— hago un puchero y Elisabeth me sonríe.
Aquí estamos, teniendo una cena en familia. Tengo en esta mesa a las mujeres más importantes de mi vida y no puedo evitar sentirme el hombre más afortunado del mundo. Ver lo bien que se llevan entre ellas, lo fácil que Elisabeth encaja en mi vida, me hace pensar que a veces estoy viviendo un sueño, que quizás nada sea real.
Mi vida ha estado cargada de malos momentos, dónde tuve que sacrificar muchas cosas, en dónde tuve que dejar mis sueños atrás. Pero de repente tuvo que aparecer ella, una persona que parecía completamente diferente a mí, pero que al final acabó teniendo varias cosas en común conmigo.
Elisabeth fue esa lancha de rescate que aparece cuando el barco se está hundiendo. Esa barca que te da esperanza, un motivo por el que luchar, por el que dejar todo atrás y ser aquella persona que siempre deseaste ser.
**
Cuando llegamos a la playa ayudo a Elisabeth salir del coche. Sus ojos están tapados con un pañuelo negro que yo mismo le pedí que bajase.
Cierro el coche y la guío con las manos posadas en sus hombros.
—Ya se donde estamos, puedo oler el mar— dice mientras sonríe.
—Así es— sigo caminando con ella hasta que llegamos a los escalones que bajan hasta la arena de la playa.
La cojo en brazos y ella suelta un pequeño gritito. Ambos reímos ante su reacción. Bajo las escaleras y comienzo a caminar por la arena, con ella en mis brazos.
Alan me hace una señal desde la pequeña mesa que le encargué que me colocase.
Palmea mi hombro y me guiña un ojo para después irse.
Dejo a Elisabeth en el suelo y le quito la venda de los ojos.
Frente a ella se encuentra una pequeña mesa con dos platos de comida. Alrededor un montón de pétalos de flores esparcidos por el suelo. Dos cojines que hacen de asientos, una botella de champán, y velas, muchas velas.
Los ojos de Elisabeth brillan y una enorme sonrisa aparece en su rostro.
— ¿Y esto? — dice mirándolo todo.
—Bueno, creo que pocas veces alguien te ha mimado en esta vida, y me encanta ser el primero en hacerlo, porque te lo mereces.
Ella ríe y niega con la cabeza.
—Estás loco Michael.
—Por ti— mis labios se acercan a los suyos y comienzan a besarlos lentamente.
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Rompiendo tus códigos
Romance¿Qué tienen en común una estudiante de sociología y un actor porno?