Capítulo 28
Elisabeth
Michael me alza con sus fuertes brazos, mis piernas rodean automáticamente su cintura. Camina hasta la mesa de su escritorio y tira con todo lo que hay encima de este. Su boca no deja de devorar la mía. Mis manos van hacia su camisa y la terminan de desabrochar.
Me separo rompiendo el beso y miro su precioso torso. Lo acaricio con mi dedo mientras mi lengua lame mi labio inferior, saboreándome ante tal contacto.
—No sabes lo mucho que me gusta ver que te encanta mi cuerpo— dice Michael.
Mis ojos abandonan su fuerte torso y miran directamente a los suyos. Michael ladea su cabeza y comienza a morder su labio mientras sus manos tiran de mi camiseta hacia arriba, dejándome tan sólo con mi simple sujetador de corazones.
—Lo sé, es horrible, pero en mi defensa he de decir que no esperaba que hoy ocurriese algo así— digo avergonzada.
Michael ríe y después acerca sus labios hasta mi cuello, comenzando a dejar pequeños besos en él que me roban el aliento. Sus labios suben por mi cuello hasta detenerse en mi oreja, donde sus dientes dejan un pequeño mordisco.
—Me encanta, incluso con unos cocos como sujetador estarías sexy.
No puedo evitar reírme ante su comentario, y poco después nuestros labios vuelven a encontrarse y devorarse con una alta intensidad.
Sus manos bajan hasta mis pechos, donde comienzan a apretarlos. Cansado de no poder sentirlos al cien por cien termina por desabrochar mi sujetador. Sus labios dejan mi boca atrás y ahora descienden por mi cuello, hasta llegar a mis pechos.
Michael deja pequeños besos, sin llegar a tocar mis pezones, tentándome. Mi cuerpo tiembla, deseoso de que su boca alcance por fin mi pezón y succione. Siento mi sexo mojarse cada vez más. Pequeños quejidos salen de mi boca, deseosos de que esta torture termine.
—Michael, por favor, no me tortures más— digo con voz rasposa.
Michael me mira y sonríe de lado. Al instante capta a lo que me refiero y su lengua comienza a hacer pequeños círculos sobre mi pezón, para terminar siendo succionado por su preciosa boca.
—Oh, sii— gimo.
El continua dedicándole atenciones a mis pechos, mientras que su mano desciende hasta desabrochar mi pantalón. Se introduce en el interior de él y de mis feas braguitas y comienza a acariciar mi clítoris mientras que su boca no deja de chupar y lamer mis pezones.
Mi cuerpo comienza a temblar y mi sexo a contraerse. Llevo tanto tiempo sin sexo, y Michael es tan experto en ello, que puedo sentir como el orgasmo está a punto de embargarme.
—No pares— gimo— por favor no pares.
Me muevo al ritmo de su mano y poco después una ola de calor se apodera de mí. Un placer instantáneo, mi sexo no para de latir y siento como me mojo por completo.
La mano de Michael sale del interior de mis braguitas para ayudar a la otra a tirar de mis pantalones y desprenderme de ellos, junto con mi braguitas.
Cuando estoy completamente desnuda para él, Michael también se desprende de su pantalón, acercando su delicioso y enorme pene hacia mi entrada.
—Te deseo tanto Elisabeth
Y con tan sólo un movimiento se introduce en mi interior. Las embestidas son lentas pero fuertes, arrancándome largos gemidos.
Michael gruñe y comienza a acelerar sus movimientos mientras que su mano derecha se apodera de mi pecho y lo aprieta.
—Joder Elisabeth, joder— gruñe Michael con cada embestida.
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Rompiendo tus códigos
Romance¿Qué tienen en común una estudiante de sociología y un actor porno?