Capítulo 1
—Y arriba, arriba, más arriba esos brazos chicas, venga, y uno dos, uno, dos, uno, dos— dice mi profesora de pilates.
Si, voy a pilates los lunes y viernes de 16:30 a 17:30, lo tengo en mi agenda. Bueno, todo está en mi agenda porque soy una persona sumamente organizada.
En realidad organizo todo, incluso mi vida, se lo que haré cuando tenga 24, también cuando tenga 30 y a los 40. Tengo todos los momentos de mi vida planificados, y para mi no es nada agobiante, aunque pueda parecerlo, es más, para mi es agobiante esa gente que se deja llevar y no tiene organizado en su vida, dios, que situación más desquiciante.
— Joder, que coñazo, ¿y si nos vamos ya? — Esa que acaba de preguntar es mi mejor amiga Lydia, ella al contrario que yo prefiere llevar una vida sin prisas, sin nada de planificaciones, que todo venga por sorpresa, o sea, desquiciante.
—No podemos irnos, no hasta las 17:30
—Oh dios Beth, por favor, que agonía, porque salgamos media hora antes no pasa nada.
—ARRIBA ESAS PIERNAS, VENGA CHICAS, IZQUIERDA, DERECHA, IZQUIERDA, DERECHA.
— He dicho que no, en mi agenda pone a las 17:30, y hasta esa hora no me voy.
Lydia me observa enfadada e ignorando los pasos que nos marca la profesora se acerca a mi de forma amenazadora.
— Juro que algún día quemaré esa dichosa agenda y me darás las gracias cuando vivas como una chica de 22 años debería de hacer, por dios, que agobio me provocas viéndote así de quisquillosa y recatada.
Ignoro los comentarios venenosos y ofensivos de Lydia y me centro en mi clase de pilates, que no acabará hasta las 17:30 por mucho que me amenace Lydia.
Puedo escuchar sus resoplidos a pesar de los gritos de mi profesora, también puedo sentir su intensa mirada sobre mi a pesar de que no la miro. Se que Lydia en estos momentos me odia, como casi las otras 24 horas del día, pero es que nuestra relación está basada en este amor odio incondicional que ambas sentimos por las extrañezas de las otras.
Lydia es mi mejor y única amiga, porque cuando las cosas se complicaron fue la única que supo que estar ahí. ¿Y os preguntaréis que es eso tan complicado por lo que tuviste que pasar Elizabeth? Está bien, intentaré calmar esas mentes curiosas. Mi extrema organización también ha sido algo que caló en mi vida amorosa, nunca fui capaz de conocer a un hombre y acostarme con él en ese preciso momento, eso va en contra de lo que yo considero mis códigos. Pues bien, todas esas ideas se fueron al traste el día que conocí a ese hombre, a la peor de mis pesadillas, Zeus Nicholson, y no, a pesar de tener nombre de dios no era bondadoso como uno de ellos, al contrario, era un demonio escondido tras una falsa piel de corderito. Zeus me conquistó, y me enamoró locamente, pero un día todo empezó a cambiar. Empezaron a ser pequeños comentarios del tipo "con quién vas a estar", "a qué hora vas a volver", "a caso conozco yo a esa persona", y de ahí pasaron a ser hechos, como enviarle la ubicación a tiempo real, que guardase en sus contactos a las personas con las que supuestamente iba a quedar, a controlar mi forma de vestir..., todo cambió, hasta tal punto que no sabía donde terminaba mi vida y comenzaba la suya, las líneas se habían vuelto difusas, y mi personalidad también había adquirido esa forma.
A pesar de no ser un maltrato físico, fue algo peor, fueron unas marcas psicológicas que cogían raíces en mi cerebro a paso agigantado, hasta tal punto de mantener relaciones sexuales por compromiso, a besarlo como rutina, a aceptar ese control como quien acepta su horario de trabajo, hasta que me perdí, por completo.
Pero el golpe triunfal de ese manipulador llegó cuando me dejó para empezar una relación con una de las que yo consideraba amiga por aquel entonces. No sé que mas me dolió de todo, si la traición, o el hecho de ver que con ella no era de esa forma, que ella seguía manteniendo su esencia, que el en ningún momento había ejercido ese control, que no la rompió de la misma manera que hizo conmigo.
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Rompiendo tus códigos
Romansa¿Qué tienen en común una estudiante de sociología y un actor porno?