4. En el aeropuerto

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Mientras tanto, en el aeropuerto Charles de Gaulle de París...

Chloé Bourgeois acababa de bajar del coche oficial de su padre ordenándole a su chofer que le acompañara mientras le llevaba las maletas.

Se adentraron en el interior del aeropuerto perdiéndose en el caos de sus extensos pasillos llenos de gente de distintas nacionalidades que se iban o venían a la ciudad parisina.

Pronto llegaron a unos puestos de embarque especiales para personas de cierto nivel. Allí le atendieron enseguida; confirmaron su billete a Nueva York y facturaron sus maletas.

Cuando todo estuvo arreglado le dijo a su acompañante que se retirara y ella se dirigió a la sala VIP del aeropuerto. No tardó mucho en llegar y tampoco hizo falta identificarse para entrar en ella. Ser una heroína y la hija del alcalde tenía sus ventajas; y esa era una de ellas. Nada más verla aparecer, el guardia que custodiaba la entrada la dejó pasar sin problemas.

En la recepción se encontraba un hombre mayor, serio, pulcramente vestido y de modales exquisitos:

–Buenas noches señorita Bourgeois. Es un placer tenerla con nosotros de nuevo.
–Buenas noches Jean Paul –dijo la joven amablemente. Conocía al conserje perfectamente, habían coincidido infinidad veces cuando Chloé tenía que tomar algún vuelo... en algunas ocasiones incluso acompañada de Adrien.
–Estábamos esperándola. Si hace el favor de seguirme la llevaré a su suite.

Chloé asintió con la cabeza en señal de conformidad. Caminaron por un corto pasillo hasta que llegaron a una puerta que se ubicaba al final del mismo. El hombre la abrió con delicadeza a la vez que dejaba pasar a la joven de cabellos dorados.

–Ya tiene preparado todo lo que nos había pedido. Que disfrute de su estancia con nosotros mientras espera su vuelo.
–Bien, muchas gracias.

La puerta se cerró detrás de ella y Pollen salió del interior de su bolso.

–Otra vez aquí –dijo el kwami volando por la estancia inmensamente feliz–. Me encanta este sitio. Es tranquilo, acogedor, elegante y tengo disponible la mejor miel que he probado en siglos.
–¿Creía que siempre te daba una miel de buena calidad Pollen? –alzando la ceja mientras se cruzaba de brazos incrédula.
–Y lo haces mi Reina. Pero tengo que reconocer que la calidad de ésta es sublime –le dijo su kwami mientras abrazaba con amor el tarro de miel que había encima de la mesita del salón.
–Tendré que averiguar qué marca es –viendo cómo Pollen abría el tarro y metía todo el morro en el interior del bote–. Acuérdate que lo pregunté antes de irnos.
–¡Sí! –exclamó Pollen emocionado, con la boca y los mofletes cubiertos de miel.

Chloé se rió al verlo. Su kwami era todo un amor y con la cara cubierta de miel estaba muy gracioso, digno para una foto. Era una lástima que la criatura no apareciera en las instantáneas o los vídeos para inmortalizar ese momento.

La rubia caminó hacia el centro del salón. En la misma mesita, aparte de la miel que había pedido para Pollen, estaba una copa de helado lleno de fresas troceadas recubiertas de un delicioso chocolate caliente.

Lo tomó entre sus manos relamiéndose los labios con gula; ¿podría ser que aquel fuera oficialmente su primer antojo?

"Seguramente" pensó divertida.

Se sentó en el sillón frente al amplio ventanal de la estancia. Hacia muchísimo tiempo que no pedía aquel postre tan afrodisíaco... ¿cuándo había sido la última vez? No lo recordaba, sólo sabía que había sido en uno de sus viajes con Adrien. Al modelo le encanta cuando cogía una de esas fresas bañadas en chocolate y la ponía dentro de la boca de Chloé, haciendo que ella lamiera sus dedos de manera sugerente y provocando un gemido de placer por parte de él. Aquello siempre había sido el preludio de algo mucho más excitante...

Ni contigo, ni sin ti [Adriloé]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora