6. Encuentros

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Un par de horas más tarde, una azabache se encontraba frente a las puertas de su dormitorio en la mansión Agreste con el corazón latiéndole a toda velocidad y una expresión totalmente afligida...

Marinette hizo una inspiración profunda y liberó poco a poco el aire en un último intento de calmar sus nervios para ser capaz de enfrentar nuevamente a su marido, a quien escuchaba moverse constantemente en el interior de la habitación al otro lado de la puerta.

Reuniendo el poco valor que le quedaba abrió la puerta y entró en la estancia. Allí pudo ver cómo Adrien preparaba su maleta encima de la cama matrimonial.

El joven Agreste al oír el sonido de la puerta alzó la mirada para toparse con el deprimente y dolido rostro de su mujer.

Ambos se miraron directamente a los ojos, esmeralda contra aguamarina, pero sin llegar a decir ni una sola palabra. El silencio que se instauró entre ellos era demasiado tenso, demasiado incómodo, demasiado embarazoso. Al final, agobiado por la situación, Adrien fue el primero en animarse a hablar:

–Por fin has vuelto.
–¿Estabas preocupado? –le preguntó la diseñadora alzando una ceja en señal de incredulidad y con un ligero tono de burla en su voz.
–Claro Marinette –le respondió el rubio–. Pero me imaginaba que estarías con Luka.

La azabache dio un respingo al oírle decir eso y sintió como la furia comenzó a crecer en su interior totalmente desbocado.

–¡Y a ti que te importa con quien estuviera! –exclamó a la defensiva. Su expresión facial cambió a una completamente desdeñosa y arrogante cuyos ojos rabiaban de ira–. Eres la persona menos indicada para reclamarme nada, Adrien Agreste.
–Lo sé, por eso no te estoy reclamando nada Marinette... de hecho, lo entiendo perfectamente –musitó con calma volviendo a sus quehaceres.

La joven lo observaba aún alterada. Era la primera vez que Adrien daba muestras de conocer la "amistad" entre ambos azabaches, pero no comentó nada más. No obstante, ella continuó viendo en una actitud molesta como su marido seguía metiendo las cosas en su maleta.

En ese preciso instante, su mente recordó lo que Luka le había dicho recientemente en el camarote del Liberty:

"Si yo fuera Adrien me iría ahora mismo a Nueva York a buscar a mi familia"

A pesar de la cólera que fluía en su interior como un violento torbellino, percibió como las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos al pensar en ello.

"Luka tenía razón. No ha tardado ni cinco minutos en empezar a hacer el equipaje en cuanto he salido de casa" se dijo a sí misma con el corazón destrozado.

Aún así, aunque por dentro se sentía miserable y tenía ganas desmoronarse allí mismo, su cerebro le pedía guerra contra el Agreste. No iba a dejar que se fuera como si nada de modo que sin ningún pudor le espetó:

¿Tienes pensado ir a alguna parte cariño?

Adrien volvió a alzar la mirada para enfrentar a Marinette. Ese sutil tono de ironía que empleó la azabache en la palabra cariño no pasó desapercibido para el modelo.

–Mañana tomó el primer vuelo con destino a Nueva York –contestó en tono neutro.
–¿Por qué?
–¿Cómo qué por qué? –le cuestionó a su vez sin entender a que venía aquella pregunta.
–¡Te abandonó Adrien! Tú mismo lo dijiste –le soltó Marinette con toda la malicia del mundo. Quería que el rubio sufriera aunque fuera una pequeña parte de lo que estaba sufriendo ella en ese instante–. No va a querer volver contigo ni que seáis una familia feliz porque si así fuera, al menos, te hubiera hablado del niño.

Ni contigo, ni sin ti [Adriloé]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora