6. Buscando pistas (Parte 2)

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Dos días después...

Gabriel Agreste estaba en el despacho de su mansión elaborando sus diseños para la próxima temporada cuando tocaron insistentemente a su puerta.

–¡Adelante! –exclamó el hombre sin levantar la mirada de su boceto y dando golpecitos en el escritorio con su pluma estilográfica preferida. Había algo en ese dibujo que no terminaba de convencerlo.

La puerta se abrió lentamente y por ella apareció la siempre fiel e impecable Nathalie Sancoeur.

–Señor necesito hablar con usted urgentemente –comenzó a decir con una voz a modo de disculpa–. Es sobre Adrien.
–¿Adrien? –preguntó incrédulo a la vez que alzaba la ceja intrigado.
–Señor, lleva dos días que no sale de su habitación. No deja pasar a nadie del servicio. No come. Sólo pide botellas de whisky y tequila. Se escuchan ruidos extraños desde su dormitorio, como de cristales rotos, y ayer ni siquiera acudió a la sesión de fotos que tenía prevista en su agenda.

Nathalie había enumerado todos y cada uno de los problemas que habían surgido con el joven Agreste con los dedos de su mano. En su voz se podía apreciar también una gran preocupación por el modelo.

–Esa conducta no es propia de él –murmuró el afamado diseñador frotándose la barbilla pensativo.
–Algo grave debe de haberle pasado para que actúe así –comentó la mujer cautelosa–. He intentado hablar con él pero ni a mí me abre la puerta. He pensado que quizás con usted se muestre menos reacio.
–Entiendo lo que quieres decir –asintiendo un par de veces–. No te preocupes Nathalie. Ahora voy a hablar con él.
–Gracias señor –dijo la asistente mientras se retiraba con una leve inclinación de cabeza.

En cuanto la puerta volvió a cerrarse el hombre fijó su mirada de nuevo en su dibujo. No le gustaba, era feísimo y no se le ocurría nada para solucionar ese desastre. En esos momentos deseaba la presencia de Marinette; a ella siempre se le ocurrían buenas ideas incluso para el más horrendo de los bocetos que se hubiese podido diseñar. Lo mejor sería comenzar de nuevo pero ya lo haría luego; cuando descubriera qué diantres pasaba con su hijo.

Se levantó de su asiento a la vez que rasgaba la hoja de su bloc de dibujo, lo convirtió en una bola de papel y lo tiró a la basura sin miramientos antes de salir de su despacho.

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Mientras tanto, en la habitación de Adrien Agreste...

Cierto rubio se encontraba tirado en su cama con un aspecto lamentable. Llevaba una simple playera con unos shorts que no se había cambiado en dos días. Tenía el cabello revuelto, los ojos enrojecidos e hinchados de tanto llorar, la mirada perdida, olía a alcohol y sudor y apenas era capaz de pronunciar una frase coherente.

Plagg lo miró con pesar. Habían pasado dos días desde que regresó de la casa del Maestro Fu y tuvo que darle las malas noticias a su elegido. No había consigo averiguar el paradero de Chloé; pero lo peor no fue eso. Lo traumático para Adrien fue cuando le contó que la rubia le había dicho al guardián que se marchaba por problemas personales.

=Flashback=
–¡¿Problemas personales?! –exclamó sorprendido el modelo–. ¿Qué problemas personales Plagg? –volvió a preguntar con impaciencia.
–No lo sé chico. No dio más explicaciones. Sólo Pollen parecía saber de lo que hablaba y se fue con ella.
–¿Y Pollen no...? –comenzó a hablar ansioso.
–No dijo ni una palabra al Maestro Fu o a Wayzz sobre dónde iban o qué le pasaba a Chloé –le interrumpió el kwami negro sabiendo lo que le iba a preguntar.
=Fin del Flashback=

Ni contigo, ni sin ti [Adriloé]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora