2. Cinco años después: Adrien

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Mientras tanto, en el centro de París...

En uno de los edificios más prestigiosos y señoriales que daban al río Sena se ubicaba la sede principal de la aclamada marca Gabriel.

Los despachos de los directivos y dueños de la empresa se situaban en la última planta. Cada despacho era lo suficientemente grande como para abarcar un amplio escritorio, un asiento de ejecutivo reconfortante, un sofá de dimensiones considerables, un sencillo pero completo mini bar e incluso un aseo privado. Podría decirse que se trataban de pequeños apartamentos para la comodidad de cada uno de los altos cargos de la marca y uno de ellos pertenecía a Adrien Agreste, quién en ese mismo instante entró en su oficina y cerró inmediatamente la puerta detrás de él con seguro.

Se dirigió al mini bar, se preparó una buena copa de coñac y volteó hacia su escritorio donde se dejó caer exhausto en el asiento mientras le daba un pequeño sorbo a su bebida. Cerró los ojos a la vez que tragó el contenido de su boca percibiendo como el fuerte líquido le quemaba ligeramente al pasar por la garganta, inspiró profundamente intentando relajarse y permaneció así durante unos largos minutos.

Aquel día había sido verdaderamente agotador, no sólo físicamente sino también a nivel mental.

Estaban al inicio de una nueva campaña para la temporada de invierno. Toda actividad referente al mundo de la moda se había intensificado para ser los primeros en presentar la colección y marcar tendencia. Todos trabajan sin descanso para llegar a la fecha establecida por su padre y él con más motivo que ningún otro; pues no sólo era uno de los dueños de la marca Gabriel sino que, además, seguía siendo la imagen principal de la empresa de modo que tenía prácticamente las 24 horas del día ocupado con las reuniones, las sesiones de fotos, los desfiles, las entrevistas y muchas cosas más que en ese momento era incapaz de enumerar.

Y, sin embargo, lo prefería mil veces a tener que estar en la mansión Agreste.

Adrien abrió lentamente los ojos y se quedó mirando la fotografía enmarcada encima del escritorio. Era del día de su boda. En ella se podía ver a Marinette luciendo increíblemente hermosa y con una maravillosa sonrisa y él... bueno, digamos que siempre tuvo un don para posar delante de las cámaras.

Tomó el marco y lo tumbó sobre la mesa ocultando la fotografía mientras volvía a llevarse la copa a los labios y, en esa ocasión, trasladó todo el contenido del recipiente en el interior de su boca. Se lo tragó al instante y cerró los ojos con fuerza al notar como su esófago ardía como puro fuego debido al paso del alcohol.

Cinco años habían pasado desde que ella desapareció aquel fatídico día, cinco años cuando intentó por todos los medios que conocía encontrarla desesperado, cinco años pensando que podría arreglar su vida, cinco años intentando creerse su propia mentira de matrimonio feliz y enamorado y cinco años maldiciendo el día que se casó.

Plagg tenía razón, nunca debió de haberlo hecho. Él se lo advirtió. Ni estaba preparado emocionalmente, ni era la persona adecuada en ese momento. Pero el dolor que sintió por el abandono de Chloé lo abrumó por completo y deseando librarse de él lo antes posible acabó tomando una decisión precipitada que terminó por arruinarle la vida... y la de Marinette, aunque ella aún no fuera consciente de ello.

Poco se imaginaba la azabache que sus sonrisas, sus caricias, sus besos y sus palabras de amor hacia ella eran completamente falsas y vacías... pues su corazón en verdad seguía perteneciendo a otra persona.

Marinette llevaba tiempo insistiéndole en aumentar la familia. Tener un hijo se había convertido en el deseo más ferviente de la azabache y cada vez que ambos se encontraban en sus aposentos de la mansión Agreste salía irremediablemente el tema. Adrien ya no sabía de dónde sacarse más excusas para posponerlo. Sabía que había metido la pata casándose con Marinette pero no pensaba cagarla más trayendo al mundo a un niño cuya familia ya estaba rota y era una completa farsa.

Ni contigo, ni sin ti [Adriloé]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora