13. Agreste

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"Vamos Chloé... con calma y sin titubear... como si el tenerlo frente a ti no significara nada"

Agreste... –musitó la rubia en un tono de voz totalmente neutro.
–Chloé... –susurró él a su vez apesadumbrado al notar el saludo tan distante y frío que le dedicó la chica.

Se quedaron mirándose fijamente el uno al otro, zafiro contra esmeralda, esperando que el contrario diera el siguiente paso hasta que Adrien, viendo que Chloé no tenía ninguna intención de invitarle a entrar, le preguntó con toda la cordialidad de la que fue capaz:

–¿Puedo pasar?

Ella inspiró profundamente dirigiéndole una dura mirada, de esas que atemorizarían a cualquier ser vivo en el acto haciendo que saliera corriendo por el descansillo totalmente despavorido... pero, al parecer, Adrien Agreste no era cualquier persona.

Su mente le gritaba que le dijera un No tajante cerrándole la puerta en las narices, como venganza por todo lo que le había hecho sufrir; sin embargo, las palabras que Pollen le dijo unos días antes resonaron en su cabeza removiendo su conciencia:

<<Puede que Adrien como pareja no sea el mejor y entiendo que tengas tus reticencias en volver a verlo, pero sabes tan bien como yo que sería un buen padre para Pierre y creo que... llegados a este punto... el niño debería conocerlo>>

<<¿Te has dado cuenta de cómo mira en el parque a los demás niños que juegan con sus padres?>>

<<Por Pierre, mi Reina>>

"Está bien, por Pierre..." pensó la Bourgeois a la vez que soltaba un suspiro resignado.

–Claro Agreste, pasa... –respondió empujando un poco la puerta y volteándose hacia el salón permitiéndole así la entrada al modelo.

Una vez en la estancia principal de la casa, Chloé pudo ver cómo Adrien recorría con avidez toda la casa con la mirada. No había que ser un genio para suponer a quién estaba buscando.

–Él no está aquí –le informó mostrando un rostro serio.
–¿Dónde está Chloé? –preguntó con cierta preocupación.
–No lo he escondido en ningún lado si es lo que estás pensando –contestó con una mueca de fastidio–. Son las doce del mediodía Agreste. Obviamente, tu hijo todavía está en la escuela.
–¿Cuándo volverá?
–Sinceramente, no lo sé –yendo hacia la cocina para prepararse un café. No obstante, al contrario de lo que ocurrió con Chat Noir, al modelo no le ofreció ninguno–. Acaba de haber un altercado en la ciudad y la policía ha pedido a los ciudadanos que no salgamos a la calle y nos mantengamos en nuestras casas. Eso también incluye a los niños en el colegio.
–¿De qué altercado hablas? –cuestionó con el ceño fruncido.
–¿En serio no has oído las sirenas por toda la ciudad?¡Sí que estás sordo Agreste! –le espetó con desdén.
–Las he escuchado viniendo hacia aquí, pero no creí que fuera algo tan grave –se excusó ofendido.

La Bourgeois tomó el mando de la televisión y la encendió. No tardó en aparecer en primera plana la imagen de una chica castaña, ojos marrones, con la piel clara y enfundada en un ajustado traje amarillo sujetando firmemente el micrófono en su mano derecha mientras mostraba una firmeza y una determinación en su rostro digna de admirar:

–Aquí April O'Neil informando para la CNN desde el aeropuerto de La Guardia en Queens, Nueva York. Al parecer el Duende Verde ha vuelto a las andadas en su larga trayectoria de fechorías causando enormes destrozos en el ala oeste de la terminal empleada para los vuelos nacionales. Nos acaban de informar que tendría a varios civiles retenidos consigo como rehenes. La policía ha acordonado la zona a la espera de que aparezca nuestro héroe Spider-Man para ayudar a los agentes en esta terrible crisis...

Ni contigo, ni sin ti [Adriloé]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora