Nunca sentí tanta bronca e impotencia al mismo tiempo, apreté el micro mientras baje las escaleras con una cara que demuestra que si te acercas, voy a morderte. No sé en qué momento pensé que era buena idea subirme a rapear, algo que no sé, contra el ex de mi novia, pero el enojo que sentí por como la humilló fue tanto que ni siquiera lo pensé mucho. No suelo ser tan impulsivo pero esta vez, los sentimientos me ganaron.
Ludovica no está distinta a mi, sus brazos están cruzados y me mira como si le hubiera metido los cuernos, esto incrementa más todo lo que estoy sintiendo ¡Qué culpa tengo yo que su ex novio sea un estúpido! Solo quise defenderla y así me paga, mirándome mal y yéndose sin decirme nada. No debería ni estar enojada.
Ezequiel me miró haciendo una mueca de lástima, rodé mis ojos porque ¡No necesito la lástima de nadie! Pero me dejé llevar cuando me abrazó por los hombros y tiró de mi para llevarme atrás del escenario, donde hay una especie de sala de espera/camerino, que usan los artistas antes de salir, o eso es lo que me dijo él. Ludo está en un rincón con la vista fija en su celular, su cara no cambió y su actitud mucho menos, es obvio que está ignorándome. Mi amigo palmeó mi hombro y se fue dejándonos solos.
—¿Ahora me vas a ignorar? —mascullé acercándome. La escuché bufar mientras suelta su celular y me mira.
—¡Te dije que no lo hagas Mateo! Sos un pelotudo.
—Gracias por tu apoyo, eh —ironicé levantando una ceja sobradora. Sí, sé que es una actitud digna de mi mamá, pero en estos momentos no estoy para pensarlo.
—Lograste lo que él quería ¡No te pusiste a pensar ni un segundo en mi! —me gritó gesticulando— Incluso cuando te dije que no quería estar ahí.
—¿Por qué, todavía no lo superas?
—¿Qué te pasa nene? Baja mil cambios porque yo no tengo la culpa que hayas perdido.
—¡Y sí! Obvio que no voy a ganar con la mala onda que me tiras.
—Chicos, tienen que salir —murmuró Eze entrando. Su cara no refleja más que incomodidad y disculpas por interrumpirnos. Llevé mis manos a mi cara para pasarlas por mi pelo por la frustración que llevo encima.
—Me quiero ir Eze.
—Tocan y nos vamos —le dijo acercándose a ella para empujarla de la cintura hasta el pasillo que da al escenario. La vi negar a la vez que se detiene, decidida—. Dale..., sabes que no nos conviene.
—No me hables más —masculló dándose vuelta para mirarme. Rodé mis ojos y empecé a caminar para pasarla.
—No pensaba hacerlo tampoco.
Nunca pensé que no iba a disfrutar de estar arriba de un escenario hasta hoy. Ni siquiera se puede disimular la tensión que hay entre nosotros, cada uno está en la suya, en su costado correspondiente, no nos miramos ni mucho menos tocamos, solo estamos cantándole al público con la única esperanza que la media hora se pase rápido para poder irnos. Me despedí mientras Ludo saludó con su mano para salir, parece desesperada por bajarse.
Caminamos por el tumulto de gente hasta la salida y nos subimos a la camioneta esperando que todo el equipo llegue. Ella se sentó en la fila derecha y yo en la izquierda, ninguno de los dos tiene la intención de hablar, por lo que nos centramos en nuestros celulares sin siquiera dirigirnos la mirada. De un momento para el otro, escuché como empezó a ver los vídeos de lo que acaba de pasar, es algo que sabe muy bien que me satura hacer, es obvio que lo está haciendo a propósito y como no voy a darle el gusto, busqué en mi mochila los auriculares para escuchar música sin que me moleste.
—Pache —me tocó Eze para que le de atención, me saqué un auricular y lo miré— ¿Dónde te dejamos?
—En mi casa.
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Entre versos y otros prejuicios | Primer Parte
Teen FictionCreo que primero debería presentarme para no ser maleducado así que, acá voy... ¡Hola! Soy Mateo Pacheco, pero nadie me dice así realmente... Los más allegados me dicen Pache y asumiendo que vas a leer mis pensamientos por un tiempo, podes llamarme...