capítulo veintiseis

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año nuevo

***

No entiendo porqué mi mamá supone que vamos a darle bola en algún momento de su vida, siempre hace lo mismo. Estamos en el sillón mirando una película con Mai. Vi como rodó los ojos imposibilitándome las ganas de reír, para evitar decir algo, ella volvió la vista a su celular. Nadia tiene a sus empleadas de acá para allá, no deja de ordenar tareas para ellas y planea hacer lo mismo con nosotros, no sé para qué si tiene a gente contratada para hacerlo. Las fiestas, son el único momento que mi papá permite que personas de servicio entren a la casa porque se supone que ella no puede con todo, aunque hasta él sabe que no mueve ni un pelo, salvo para gritar, obvio.

No me gusta mucho festejar ya que es una excusa para que toda mi familia venga a casa. Odio todo tipo de excusas que me hace ver e interactuar con esas persona. Lo peor es que este año Elías no va a venir porque van a pasarlo con la familia de Azul ¡Gracias por nada, primo!

Maiten se dedicó a tomar alcohol toda la noche, yo la acompañé con solo un vaso porque tengo que manejar y no es la idea que lo haga borracho es sumamente irresponsable y no soy tan estúpido para no poder soportar una cena familiar sin tragos de por medio. Aun así, es gracioso ver como simula estar tomando jugo de naranja, cuando tiene bastantes litros de vodka adentro.

—Se nota a leguas que eso es vodka, sos muy chiquita para tomar Maitena —masculló Mine con una sonrisa forzada en su cara. Rodé mis ojos y tomé de mi vaso de Coca Cola sin querer meterme, los dos estamos lejos de la mesa, apoyados en la barra de la cocina.

—¡No me jodas Minerva! —chilló mi hermana. Estiró un brazo que se dirige a la sala y dijo:— Seguí la flecha.

—Cuidala —advirtió mirándome. Asentí suspirando.

—Sí, no te preocupes —le contesté con una sonrisa. Ella rodó sus ojos antes de irse. Miré mal a mi hermana—. Hablale bien.

—Me chupa un huevo.

¿Dije muchas veces que esta piba me desespera no? Bueno, porque lo hace y cada vez más. 

Caminé hasta la mesa para agarrar un poco de comida, ya que el aburrimiento es mucho y el alcohol para mi terminó hasta por lo menos tres horas, porque planeo hacerlo cuando esté festejando en serio. Mis tías y abuela están hablando con mi mamá, parecería un acto suicida acercarse, pero tengo hambre y no voy a dejar que se acaparen la comida solo porque son unas víboras, pueden controlarse. No hace falta ni que las nombre la verdad, no voy a gastar de mis palabras para describir a gente que no me importa ni un poco, así que, si querían saber sus nombres, pueden imaginarlos si quieren.

—¿Seguís con tu novia, Matu? —preguntó una de mis tías. Asentí tratando de simular mi asco por el apodo, mientras agarro un sanguche de miga.

—Sip.

—Es muy linda, lastima bueno..., que no es de acá —dijo mi abuela. No oculté mi mueca de cansancio hacia ella, antes de darme vuelta para irme por donde vine.

—¡No seas así! Mateo está feliz con ella y eso es lo que importa —me defendió mi mamá.

Nadia se está portando mejor de lo que esperaba, sé que se está esforzando mucho a pesar que sigue pensando lo mismo. Una persona no puede cambiar de un día para el otro y la distinción de la clase social va a ser algo que le va a pesar siempre, porque así se crió y lo vieron, mi abuela es exactamente igual. Pero bueno, su intención es lo que me importa y valoro, si ella puede simplemente aceptarlo por mi, estoy conforme con eso.

Entre versos y otros prejuicios | Primer ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora