—¡Acá estás! —dijo mi primo cuando estuvo lo suficientemente cerca. Abrió sus brazos para recibirme y no dudé en concretar el abrazo.
Elías es el único Boniccato que me cae bien y esto se debe a mi tío Hugo quién construyó su familia con los pies sobre la tierra. Él era igual a mamá hasta que conoció a Elena, su esposa quien falleció cuando yo ni siquiera había nacido, por lo que no tuve la oportunidad de conocerla pero sí sé que era una muy buena persona y sobretodo humilde, él siempre cuenta cómo ella le hizo prometer que nunca iba a dejar que su hijo viva una vida llena de lujos con valores superficiales. Y así es como quiero y me llevo bien con esta parte de la familia.
Sé que mi tío está de viaje, me mandó un mensaje hoy a la mañana para felicitarme por mi cumpleaños y todo lo que está pasando en mi vida, al igual que Bárbara quien lo está acompañando. Pero por suerte, mi Boniccato favorito sí está en Argentina y puede festejar conmigo. Siempre me salva en las situaciones de mierda a pesar que ahora él esté pisando los treinta y sea un hombre de familia.
— ¡Feliz legalidad, Boniccato trucho!
—¡Pero mirá quién vino! Gracias chabón... —me reí palmeando su hombro— ¿Cómo estás tanto tiempo?
—Bien por suerte —se encogió de hombros mientras se cruza de brazos. Miró a mi lado y sonrió de una forma ladeada. Él muy forro parece un modelo, con una camisa que está a punto de explotar por sus músculos y un pantalón de vestir, siempre está elegante vestido, sabe lo que le queda bien y como resaltar todo lo que la genética le ofreció. No es muy distinto a mi en eso. Hola, soy Elías, el primo de Mateo.
—Ludovica —dijo acercándose para darle un beso en el cachete. Por primera vez la veo nerviosa y hasta se puede ver un poco de rubor en su cara ¿Tanto le va a provocar? Sé que tiene facha, pero... ¡Tiene tres hijos!
—¡Ah! —se rió mirándome con un rastro de burla, enarcando una ceja— ¿Están en esa fase?
—¿Y tu familia? —le pregunté cortándolo.
—¡No, Ailín!
—Allá... —dijo señalando atrás nuestro, donde se escuchó el gritó de un nene.
La nena que reconocí como Ailín, está tirando de las orejas de Muba, él está tan acostumbrado a los maltratos de ella que ni siquiera se queja. Todo lo que tiene de linda, lo tiene de mala, con su pelo color castaño, ojos verdes con unas pestañas de infarto y esos cachetes que te dan ganas de morderlos cada vez que los ves... ¡Pero quiero verte intentar hacerlo! Probablemente termines ligando alguna piña, como yo cuando lo hice.
El nene a su lado que está tratando que deje en paz a mi perro es Elián, a sus seis años es muy maduro y probablemente la cosita más dulce que puedas llegar a conocer. A diferencia de su hermana, siempre fue tranquilo, compañero y bueno, incluso a los cuatro años como tiene ahora Ailín. En cuestiones físicas son iguales, a excepción de sus ojos, ya que Eli tiene los de mi primo y Ailu los de su mamá, sacaron lo mejor de los dos, pero en personalidad, se trata del agua y el aceite en personitas.
La esposa de mi primo entró a la escena cargando a Elena, la más chiquita de la familia. Ella es idéntica a Azul, desde el pelo hasta los ojos y en cuestión de carácter, aunque es mucho más amigable de lo que puede llegar a ser su hermana mayor ¿Y qué puedo decir de Azul? Mi primo se sacó la lotería con ella, es hermosa y siempre se lo dije, desde el primer momento que la conocí supe que no voy a aspirar a menos en mi vida. Más allá que la historia de ellos dos es bastante complicada.
Ella hizo que su hija suelte a Muba haciéndola llorar, rodó sus ojos con cansancio antes de agacharse un poco, lo que Elena le permitió, antes de hacerle una seña hasta donde estamos. Sus lágrimas de cocodrilo terminaron enseguida, ya que vio a su papá y es lo único que necesita ese terremoto para estar tranquila. Cuando llegó a nosotros, no dudó en tirarse encima de mi primo para que la alce. Y como son muy apegados, corriendo atrás vino Elián, quien me abrazó.
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Entre versos y otros prejuicios | Primer Parte
Novela JuvenilCreo que primero debería presentarme para no ser maleducado así que, acá voy... ¡Hola! Soy Mateo Pacheco, pero nadie me dice así realmente... Los más allegados me dicen Pache y asumiendo que vas a leer mis pensamientos por un tiempo, podes llamarme...