Apenas llegamos a la casa de Ludo, nos acostamos a dormir todo lo que en la noche no hicimos, pero duró poco o por lo menos hasta que Anahí entró a su pieza para pedirle que se levante porque ella tenía que ir a cursar y Antonio necesitaba estar al cuidado de alguien. Así que, acá estamos. Mientras se encarga de hacer las milanesas para almorzar yo estoy a cargo del bebé quien no deja de reírse por todo lo que hago para él.
—Tu abuelo duerme hasta re tarde... —le dije acercándome a la cocina para robarle una papa frita. Bufó pegándome en la mano.
—Sí, voy a tener que despertarlo para el almuerzo, es un adolescente —se rió dándose vuelta para mirarme. Escondió su sonrisa mordiéndose el labio y suspiro— ¿Por qué sos tan lindo con un bebé encima?
—Hasta los bebés me aman —dije autosuficiente. Antonio empezó a quejarse a la vez que se estiraba para el costado, miré hasta la ventana y ahí está el amor de su corta vida, Renato, el gato de su hermana— ¿Quién está ahí?
—Mamá te mata si se entera que lo acercaste al gato...
—Es un amor prohibido.
No pude evitar reírme al ver la sonrisa de emoción de Khalil cuando le toqué bocina para que se suba, lo vine a buscar al colegio a pesar que su hermana me dijo que iba a volverse en colectivo, pero es imposible no hacer estas cosas por él cuando sé que ama mi auto. Se subió entusiasmado y me empezó a contar como va a ser la envidia de todos sus amigos mañana, está seguro que no va a dudar en decirles que soy su cuñado porque no solo es importante mi auto, sino que también les gusta mis canciones.
Cuando llegamos la comida ya está servida en la mesa y después que Ludo reniegue con su abuelo para que se levante, pudimos sentarnos en paz, o por lo menos ellas ya que Antonio insistió con quejas que yo le dé de comer y se me fue imposible negarselo. El nene está desarrollando una especie de obsesión conmigo que no me molesta para nada, en cambio, me gusta porque es hermoso.
—¿Qué queres Khal? —bufó ella cuando su hermano se acercó cauteloso en el sillón donde estamos mirando una película, su actitud es tan sospechosa que es imposible no reír.
—¿Por qué tendría que querer algo?
—Porque te conozco y habla más despacio que Antonio se está durmiendo.
—¿Ya se durmió? —le pregunté dándome vuelta para que lo vea. Con un suspiro hizo que se lo dé para ir a acostarlo.
—¡Hey! Te estaba hablando.
—Hacelo pero despacio —murmuró mientras acomoda al bebé en sus brazos y se levanta para ir a donde supongo que es su pieza, aunque ella me contó que duerme con sus papás todavía solo por falta de espacio.
—Tengo ganas de comer una torta —le dijo siguiéndola. Ambos desaparecieron por el pasillo pero fue cuestión de segundos que vuelvan a mi vista, sonreí cuando Ludo me miró rodando sus ojos. Sin prestarle mucha atención a su hermano, se sentó al lado mío de nuevo, entrelazando nuestros dedos— ¡Dale! Haceme...
—¿No era que no querías nada?
—¡Ayudame! —me rogó, enarqué una ceja divertido.
—¿Y qué me das a cambio?
—¡A mi hermana! ¿No es suficiente? —dijo obvio haciéndonos reír, claramente a él no le causa ni en mínimo de gracia— ¡Dale! Por favor...
—¡Khalil! No jodas.
—Pero dale ¡Nunca te rompo las bolas!
—Siempre rompes las bolas... —enfatizó la primera palabra mirándolo mal. Él no tardó en aprovechar el contacto para juntar sus manos en forma de suplica y hacer un puchero. No es tan tierno como pretende serlo pero sabe muy bien como conseguir cosas de su hermana, ella suspiró de cansancio—, bueno, anda a comprar las cosas.
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Entre versos y otros prejuicios | Primer Parte
Ficção AdolescenteCreo que primero debería presentarme para no ser maleducado así que, acá voy... ¡Hola! Soy Mateo Pacheco, pero nadie me dice así realmente... Los más allegados me dicen Pache y asumiendo que vas a leer mis pensamientos por un tiempo, podes llamarme...