capítulo veintinueve

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Siempre olvidábamos nuestros cumple mes y por eso nos propusimos a ponernos una alarma para los días 16 de cada mes y con más razón que el próximo que se acercaba nos determinaba seis meses de relación. Por eso, cuando me sonó, despertándome y caí en la realidad de lo que está pasando, todo me dio vueltas. Hace ya una semana que no sé nada de ella y eso me está matando por dentro, puedo sobrellevarlo, pero la extraño, cada aspecto, hasta el mínimo detalle.

—¡Dale, camina más rápido! —chilló Maiten agarrándome del brazo para incitarme a sus órdenes, su emoción me está exasperando y sus ánimos igual. Bufé tratando de soltarme, pero no me dejó.

—¡Para tarada! ¿Tanta emoción tenes?

—¡Obvio que sí! —gritó emocionada, inmune a mi humor.

La estoy acompañando a hacerse un tatuaje que ella misma diseñó, hace unos días subió el dibujo a sus historias de Instagram y un tatuador le contestó diciéndole que le encantó y que si planeaba tatuarselo que le diga porque iba a hacérselo gratis. Claramente mi hermana no dudó en aceptar y como mi mamá no va a permitirlo nunca, yo soy su adulto responsable que va a firmar los papeles para hacerme cargo. Es la primera vez que se hace uno y sé que toda su emoción está mezclada con miedo, podría ser mejor hermano y contenerla pero suficiente estoy haciendo con acompañarla.

Saludé al chico con mala cara, puedo notar como hay segundas intenciones con mi hermana, algo que no voy a permitir porque es hasta más grande que yo y no es para nada apropiado que se fije en una nena de quince años. Cuando llamó toda la atención de Mai por halagarle su diseño, me puse a ver todos los dibujos que tiene pegados en la pared para simplemente pasar el rato hasta que la piba se ponga a llorar de dolor y tenga que grabarla para subir historias.

—¿Qué onda este? —pregunté señalando uno en la pared, llamando la atención de ambos. Mi hermana rodó sus ojos.

—¡Ya tengo lo que me voy a hacer tarado!

—No, lo quiero para mi —la contradije, sorprendiéndome hasta a mi mismo por lo que acabo de decir. En ningún momento se me cruzó por la cabeza, solo me gustó y me hizo acordar a muchas cosas, no sé porqué mis palabras se vomitaron solas. 

—¡Ay me muero! A ver —chilló levantándose para acercarse a mi lado y murmurar— . Me re gusta ¿Tenes un porqué?

—Sí, lo tengo.

Y acá es cuando empieza el debate ¿Dónde vamos a hacérnoslo? Yo estoy totalmente justificado porque ni siquiera lo tenía planeado, a diferencia de la estúpida de mi hermana que lo sabía y no se tomó el tiempo para buscarse un lugar. Después de una larga charla para ver los pro y contras de las diferentes zonas, ella se decidió por hacérselo en el medio de los pechos, sí, así como lo escuchan, con la excusa que mamá no lo va a ver nunca, algo que es verdad aunque la caga si usa escote. Por mi parte, como Nadia me importa poco y nada, voy a hacérmelo en el brazo.

Terminó con ella y empezó conmigo. Me dolió, no voy a mentirles, es una situación rara, pero lo que me imaginaba era muchísimo peor a lo que fue en realidad. No es algo a lo que esté acostumbrado pero creo que puedo hacerlo, lo único que llegué a tener es mi arito en el cartílago, que tampoco fue una exageración de dolor.

—El mío no se ve..., pero a vos mamá te va a matar —dijo Maitena riéndose cuando ya estamos en el auto, mirándonos embobados, casi como el tatuador a mi hermana, y muy conformes por como nos quedó. El tipo puede ser un pervertido, pero sabe hacer bien su trabajo, hay que reconocerlo.

—Ya soy mayor de edad, que no joda.

—¡Ay, perdón Señor todo me chupa un huevo!

—¿Quién firmó como adulto responsable por vos? —le pregunté mirándola desafiante. Ella se encogió de hombros, dejándome de mirar— ¡Este mayor responsable!

Entre versos y otros prejuicios | Primer ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora