ΦVIIIΦ

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A saber cuántas veces había deseado estar haciendo esto. Tantas y sin exagerar. Parte de su ser era el Wonho salvaje y con ataques de ira que hace tiempo no frecuentaba. Ese Wonho grosero, prepotente y hasta algunas veces un tanto hijo de puta. ¿Pero quién podía refutarle que no lo fuera? Si no conocías su pasado, probablemente no podías juzgarle ningún acto. Es más, no tenías derecho alguno a hacerlo.

Era algo así como el pasado que nadie entendería con palabras. Se necesitaban hechos y ponerse en su lugar para lograrlo.

Mientras aceleraba el Mustang y hacía rugir el motor, podía recordar el rostro horrorizado de Minah al verlo golpear a ese hombre ebrio que le había tocado más de la cuenta. Recordarlo le hacía llenar el cuerpo entero de rabia, a la misma vez que sus músculos se tensaban y le exigían que fuera a buscarlo para molerlo de una vez por todas.

Había tenido que pagar a la dueña de la cafetería una indemnización por los daños que había ocasionado en el local y además un dinero adicional por todos los clientes que habían salido despavoridos, gracias al tremendo espectáculo que había montado y se habían ido sin pagar. Y además de eso, llegar a un acuerdo (de tipo económico) con el tío ebrio que había lanzado por las ventanas. Por suerte y había sido nada más un golpe fuerte en la espalda. Había salido ileso, el hijo de puta.

Y de ella... de Minah no se podía decir mucho. Definitivamente había jodido todo lo que de algún modo..."tenían"... si es que se podía decir que tenían algo.

Al verlo ahí. En vuelto en llamas, Ardiendo en ira y con los puños apretados... le había hecho recordar la última discusión que habían tenido antes de separarse por dos años. Y a él también le frustraba...


- "¡Eres una bestia! ¡Míralo!"...

Las palabras de Minah retumbaron en su cabeza. Malditos recuerdos.

- "¿Vas a golpearme a mí también" 

Su mirada. Sus bonitos ojos llenos de pánico, atemorizados pero a la misma vez valientes.

- "Deja de mirarme y hazlo, ¡hazlo de una maldita vez! 


Basta... no podía seguir recordando la peor noche de toda su vida. Esa historia ya había concluido. Al fin y al cabo, ella había preferido una mafia a la cual él ya había renunciado hace mucho tiempo. Era mejor así ¿verdad?

Aplastó el acelerador, sin ningún rumbo exacto... solo dejándose llevar por la velocidad y la música que sonaba fuerte en los amplificadores.

Aun había ira en él. Ira por el tipo ebrio que había tocado a Minah. Ira por las mamparas de cristal que había roto. Ira por él mismo y sus malditos ataques de ira que no podía controlar... e ira por Minah. Porque no le había hablado después del incidente. Porque simplemente se había ido de la cafetería sin siquiera agradecerle o comentarle algo por defenderla del tío ebrio. Sí... eso definitivamente lo tenía cabreado. Necesitaba al menos un "gracias" de su parte que lo reconfortara. ¿Qué no lo notaba? ¡Había hecho esto por ella, joder! ¿Qué hubiera preferido? ¿Qué dejase que la tocara? Esto era tan malditamente confuso.
El viento sobre su cara, la velocidad, la adrenalina y la música fuerte no le dejaron pensar... pero siempre podía llegar a una muy buena conclusión: las mujeres eran un completo acertijo.

Se detuvo en una tienda y compró varias cervezas y cigarrillos. Era un buen día para emborracharse solo, tal vez... o solo olvidarse de todo lo que había pasado...

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