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Eunbi se ha dormido.

Hyeri por otra parte, miraba la hora en su reloj de mano para que Wonho apareciera. Rogaba en su interior para que todo haya salido bien esa cita que tanto le había costado preparar a ese hombre. Se le hacía jodidamente atractivo que un tío que nunca había hecho nada por alguien, hiciera esto por su mejor amiga. Después de todo, ella siempre tuvo fe en que esos dos terminarían juntos. Y no se equivocaba...

Alguien tocó la puerta de su departamento. Se puso de inmediato de pie, dejando su cama y a Eunbi, y caminó hasta la puerta principal.

Al abrirla, no era Wonho exactamente quién estaba detrás.

Fumaba un Derby más o menos consumido. Como siempre esa pinta de tío malo y metido en problemas todo el tiempo. En él, definitivamente las apariencias no engañaban.

- ¿Me dejas pasar?

Hyeri se quedó callada.

- Es tarde.

- ¿Y qué? ¿no dejas pasar a gente a tu casa después de las doce?

- Es que no tengo ganas de dejarte pasar.

I.M enarcó una ceja.

- Pensé que eras más callada.

Dejó salir el humo de su boca, hacia un lado.

- ¿Qué quieres aquí?

- ¿Por qué me tratas así, Hyeri? – volvió a enarcar una ceja. Su semblante, malditamente sexy, se posicionó inocente. Esos ojos marrones la miraron deseoso. Muy deseoso. Tenía que admitir esta mierda por la que estaba pasando. No sabía por qué, pero no había dejado de pensar en la chica de ojos cafe.
Hyeri retrocedió unos pasos al escucharlo decir su nombre. La combinación de este en los labios de I.M lo hacían sexy e incluso deseaba escucharlo una y otra vez.

- Que te vayas ¿vale?

- ¿No te caí bien ese día?

- Detesto a los tipos que fuman.

Ah... ¿se trataba de eso?

I.M sonrió, malicioso.

Inhaló un poco de humo y lo exhaló al costado de Hyeri. Esta se apartó de inmediato, moviendo las manos con la intención de esparcirlo para otra parte.

- ¡Lárgate!

- Algún día compartirás uno conmigo.

- Eres un imbécil. – le gritó. Por fin podía dejar salir su verdadero carácter con I.M al frente. Con él solo había sido inocente cuando lo vio por primera vez. Pero no ahora. No cuando fumaba en su jodida cara y encima le hacía cabrear de esa manera.

- ¿Quieres que te diga algo? He venido aquí porque estuve pensando en ti en los últimos días.

- Cállate ¿vale? Estás dici...

- La verdad. Te advierto que ni siquiera a mí me gusta.

- Entonces lárgate.

Sus manos empujaron a I.M con fuerza hacia la salida y poco después cerraron la puerta tras él.
¡Maldición! ¿A qué había venido? Había tardado mucho en dejar de pensar en él desde que lo había visto. Además Minah le había hablado más de él, lo que significaba en su vida y por qué se había ido. Supo entonces que tal vez I.M estaba enamorado de Minah y que... que esas malditas fantasías que ella había creado sola... no serían más que eso, fantasías que jamás se cumplirían... ¿o se equivocaba?

______

Buscó la moto en medio del aparcamiento. Estaba bastante cabreado. ¿Qué coño había llegado a hacer en la casa de la mojigata amiga de Minah? Encima con esa actitud tenía bastante claro que no le gustaba en lo absoluto. ¿Qué creía? ¿Qué podía conseguir sexo de una noche por ir a verla? Mierda. Todo tenía que salirle mal en estos últimos días.
Tiró el cigarrillo al suelo. Sus ojos no podía divisar su Harley Davidson. Su única amiga que de verdad estaba en las buenas y en las malas. La había puesto en venta en una tienda de automotores hace unos años, debido a que tenía que viajar a diferentes partes por Tentation. Pero la moto tenía fama de ser suya. De ser la preciosa e intocable moto de Im. Nadie la había comprado por ese motivo y por lo mismo, hoy podía conducirla de nuevo.

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